16 NOVIEMBRE 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Tordesillas (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 2500
Fecha de diario
2023-11-16
Referencia
10151

DIARIO DE VIAJE: a Castilla León Oeste.
Miércoles: veinte de Septiembre de dos mil veintitrés
Día 3.4

…Me puse en camino a las tres y media de la tarde. Llegué a Tordesillas a las cuatro, más o menos. El coche, solito (tanto él como yo, hemos abandonado al navegador por incomparecencia e ineptitud sobrevenida, y ya nos arreglamos solos), me dejó al lado del Monasterio de Santa Clara, motivo de mi interés.
Desde una cornisa del monasterio, en las terrazas exteriores, se divisaba el Duero, ancho y hermoso. El edificio palaciego en su exterior, en principio lo fue, prometía ricos  e interesantes interiores. Mudéjar en su concepción, aunque con componentes románicos y góticos. La época constructiva daba para esos eclecticismos. El palacio real en origen, devino en convento de Clarisas fundado por Beatriz, hija del Rey Pedro I de Castilla.
La visita, inevitablemente, era guiada, y la siguiente era cuarenta y cinco minutos después. Me tocan viejos, pensé. Saqué entrada (que perdí, pero las encargadas me lo perdonaron) y esperé paseando por las inmediaciones.
En el recorrido no se podía fotografiar, lo que resultó un contratiempo. Nada más entrar, un patio árabe, con arcos y estucos y una fuente en el centro mismo, en el más genuino estilo islámico, o tal vez nazarí. Hasta baños árabes había, y eso combinado con la rigidez monacal de clausura, y con amplias salas reales hizo que la visita fuera entretenidísima. La mujer guía nos ofreció explicaciones fluidas y amenas. Una circunstancia afortunada.
A la salida del monasterio, paseé por algunas calles antiguas de la ciudad. Llegué a la plaza mayor porticada y en una terraza tomé algo, despacio.
Interesante, tranquila y agradable la ciudad de Tordesillas. El plan era aproximarme a Valladolid (30 Km). No sabía en ese momento si parar en Simancas o dónde dormir.
Salí a las siete en dirección este. Sobre la marcha decidí saltarme Simancas, porque sí. Llegué a Valladolid a las siete y media. Tocaba buscar hotel. La página en la que suelo hacerlo me informó que no había ninguna habitación del rango de precios que buscaba. Me ofreció un Motel en un pueblo cercano, Cabezón de Pisuerga, hacia el norte (otras veces lo había hecho así), por lo que reservé (45 €).
Enseguida empezaron los problemas, tomé una salida equivocada y el dichoso navegador, en vez de a una rotonda a la salida de Cabezón, donde se encontraba el Motel, me llevó, muy seguro de sí mismo a un minúsculo pueblo llamado Corcos, en medio de la estepa castellana. Mi navegador suele hacerme esas jugarretas. Volví. Llegué al Motel media hora más tarde, no sin antes llamar para que me orientaran, porque ni el navegador ni yo éramos capaces de encontrarlo. Lo del motel merece un relato aparte, pero será mañana…
La Fotografía: Mientras esperaba para entrar al monasterio Santa Clara, deambulé por las inmediaciones. Los viejos, generalmente en pareja, hacían lo mismo. Salvo los de la fotografía, que dormían arrullados y tranquilos, sintiéndose protegidos el uno por el otro. Encima de ellos, el halo protector de su compañía mutua, que mi cámara supo ver y que yo nunca podría haberlo hecho. Mi frecuente contacto en los edificios y ciudades espectáculo con los mayores, me hace observarlos con atención, quizá porque soy uno de ellos (en la era Septuagenaria), y me sorprendo pensando y escribiendo cosas reblandecidas por una sentimentalidad siempre impropia, que mi razón rechaza reactivamente. Porque, además, reniego visceralmente de esa degradación emotiva que tan solo conduce a la resignación y a las pasiones tristes, tan estériles. Esta contradicción me ha acompañado toda mi vida. Sin embargo, paradójica y comprensivamente, anoto citas alusivas al misterio de la soledad y la compañía; de Manuel Vilas, en este caso: “…Vino el matrimonio al mundo para protegernos de la noche salvaje de todos los muertos, o de la necesidad de ser uno solo. La necesidad de ser uno solo y convertirse en la iluminación de ser dos se cumple a través del matrimonio. No hablo del matrimonio eclesiástico, obviamente. Hablo de la relación ancestral entre dos seres humanos, cuyo sexo no importa, sino que lo que importa es la alianza. La alianza es la belleza. Vino el matrimonio al mundo para que dejáramos de ser uno y mudáramos en dos”.

Pepe Fuentes ·