DIARIO ÍNTIMO 84
Sábado, once de Noviembre de 2023
… Anoche, Mi Charlie, en algún momento, asaltó mi cama aunque se lo tengo prohibido. Nos hemos despertado juntitos. Debe pensar: –si no hay mujer en casa, el lado de la cama desocupado es para mí-. Cuando había una acompañante (ya nunca la hay), él se retiraba a su habitación. Aunque nunca quiere saber nada de personas ajenas a su vida, por la mañana acudía impaciente al dormitorio a saludar a la invitada. Listo como es, debía pensar: –si has dormido con mi dueño, eres de la casa y yo te hago los honores-
Esto último me remite al mundo femenino, del que a lomos de mi llameante y alado caballo –Misógino-, me alejo vertiginosamente, con alivio. Sí, lo malo es que todavía siento impulsos sexuales por culpa de mi recalcitrante heterosexualidad, pero los combato heroicamente con la ayuda de Dios y el auxilio de Onán (creo que santo no fue, pero está en un cuento de la Biblia).
Sigo inscrito en dos páginas de contacto con viudas, solteras, divorciadas, abandonadas, evadidas, narcisistas perversas y otras circunstancias parecidas, todas mayores, que no me dan ninguna satisfacción. Ni una sola me escribe. Mejor, porque la verdad es que no suelen gustarme. Como en estos sitios virtuales está lo mejorcito de cada casa, todas mienten y en sus convencionales presentaciones, dicen bobadas de este tenor: que la vida es bella, que son excelentes y honestas personas (o algo parecido), que no quieren rollos o solo sexo (pretenciosas, dan por hecho que van a ser deseadas por sus ya decrépitos y flácidos cuerpos), que les gusta bailar, divertirse, tomar un vinito al atardecer con un enamorado nuevo y tener vacaciones playeras (hasta en eso son pasivas y previsibles). También informan que querrían recomenzar todo otra vez, sí, lo de tener otra oportunidad, porque todavía están en edad de que nada acabe aún. Todas dicen lo mismo, por algo será. Espeluznante. La última con la que crucé un par de desganados mensajes aparecía en su presentación tocada con un sombrero de mariachi (fotos de perfil). Ese alarde festivo-étnico-popular extemporáneo resultó excesivo para mi paciencia y mi decencia estética. La bloqueé, no fuera a hacer buen sexo (altamente improbable), y terminara yo vestidito de cuate, también. Aterradora visión.
Hoy es sábado noche. Saldré a tomar una copa al bar de los horrores, para nada. El anterior, una mujer, con la que había cruzado miradas insinuantes otros sábados, sin conocernos de nada, claro, me sonrió desde lejos e hizo un gesto de saludo prometedor. Me resistí a acercarme por timidez (soy un odioso cobarde). Finalmente, al irme, me acerqué a ella y lo que media hora antes parecía prometedor, se convirtió en todo lo contrario en el acto: actitud tensa y retraída por su parte. Esa mujer, de pronto, estaba de perfil más tiesa que un palo. Como no comprendí el cambio (me dije, más de lo mismo, absolutamente previsible) y claramente me perjudicaba, decidí largarme con viento fresco a lomos de mi caballo –Misógino- (como un superhéroe al que no le habían salido bien las cosas), a mi casa, a dormir que tan bien se me da.
A lo largo de estos dos últimos años y un poquito me está quedando diáfanamente claro que yo de mujeres no entiendo. Ni antes ni después , porque ya no estoy en edad de reinterpretar sus mentiras y reaprender las sofisticadas técnicas de seducción. ¡Oh, el mundo femenino! que ya es para mí oscuro e impenetrable, desbordante de desdenes y engaños. Peligroso, por estúpido.
Fin de este cuentecito de misoginias sobrevenidas y caballos fulgurantes.
La Fotografía: Caracterización de superhéroe crédulo en lo inesperado, al que no aman las mujeres.
“Solo actuamos bajo la fascinación del imposible. Quien ha vivido entre los hombres y acecha todavía un solo acontecimiento inesperado, ese no ha comprendido nada y nunca comprenderá nada”.
Del inconveniente de haber nacido. Emile Cioran