28 NOVIEMBRE 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Gabriel Fuentes (Toledo)
Soporte de imagen
-DIGITAL 125
Fecha de diario
2023-11-28
Referencia
10025

DIARIO ÍNTIMO  86.5
(Cinco generaciones de Fuentes)

Martes, veintiocho de noviembre de dos mil veintitrés
La historia continuó y continuará…

… Y luego nació mi hijo, Gabriel. En un día como hoy del año 1975, en torno a las seis o siete de la mañana. Entonces no se presenciaban los partos por nadie ajeno al hecho del nacimiento. La primera imagen que tuve de mi hijo fue la de unos ojos desmesuradamente abiertos, entre la perplejidad y la determinación que luego, con el paso de los años, se ha encargado de demostrar. Puede que todo esté ya en el mismo momento de ver la luz por primera vez. Yo me sentía contento pero acobardado, no tenía ni idea de cómo afrontar la paternidad. Hacia solo un poco que había cumplido veintidós años. Su madre veinte.
Menos mal que nos ayudaron mucho las respectivas familias, especialmente la materna.
Enseguida, su madre y yo, empezamos a tomar decisiones, como fue llevarlo con tres meses a la guardería (eso no era habitual entonces). Mi hijo fue creciendo con buena salud y sobradas cualidades para todo lo que hacía. Nunca fue un niño conflictivo, todo lo contrario. Lo que si mostraba era un fino instinto para pasarlo bien en cualquier circunstancia. Gabriel se divirtió mucho de niño. No tuvo nunca ninguna dificultad para hacer amigos y disfrutar con ellos. En su niñez fue socialmente hiperactivo e intenso en sus juegos. En cuanto a su vida escolar y académica, se limitó a cumplir, pero hasta eso lo hizo bien porque no tuvo nunca serios contratiempos. Hacía lo que debía sin esfuerzo, pero eficazmente. Le sobraba inteligencia para ello.
Los años fueron pasando y todo seguía yendo estupendamente en su vida. El hecho de que su madre y yo nos separáramos cuando tenía nueve años, tampoco le causó ninguna dificultad en cuanto a sus ganas de vivir. Se adaptó sin dificultad a la nueva situación.
En cierto modo no deja de asombrarme porque, al menos en lo que se refiere a los Fuentes, ya en la cuarta generación que el representa, no había habido nadie tan grande como él en todos los sentidos, ni de lejos.
Estudió una carrera universitaria sin dificultad (sociología), y luego, enseguida, hizo viajes largos y empezó a encajar las piezas que necesitaba para llegar a ocupar una posición profesional. Eligió el mundo empresarial, donde enseguida destacó. Era y es valioso y brillante en sus desempeños.
A los veintinueve años, junto con Jackie, su mujer, nacida en Chicago, voló a establecerse en esa ciudad. Carecía de pasado allí, luego de referentes directos del mundo americano, tanto cultural como profesionalmente. No fue óbice para que enseguida destacara y ascendiera en la empresa que lo contrató, a nivel de negocios internacionales.
Ni en mis más fantásticos sueños imaginé una trayectoria vivencial tan deslumbrante como ha venido siendo su vida. Mi asombro sigue y sigue porque soy un espectador de su vida, aún en la distancia, por encima de  todo porque es mi hijo; pero, también, porque es un ser humano sobresaliente y con una sólida estructura de valores que él mismo se ha encargado de armar y consolidar.
Tengo la firme convicción de que Gabriel ha alcanzado los niveles óptimos que posee gracias a sí mismo. En él se confirma lo que siempre he creído: las vidas humanas, por encima de cualquier circunstancia son individuales y solo gobernables desde uno mismo: nos constituye lo que hacemos o no; lo que conseguimos o no. Grandes o pequeños, pero siempre nosotros solos. Luego están los que nos acompañan en la vida, pero después, detrás, nunca en el mismo plano. No, no hay una intervención cultural externa, social o circunstancial que pueda o cambie la voluntad humana, siempre individual y decididamente determinante. Jean-Jacques Rousseau, en esto, como en tantas cosas, no tenía razón.
Gabriel, es y representa un espectacular salto cualitativo en el transcurso del tiempo y generacional de nuestra familia. La vida de las tres generaciones, anteriores a él, nos desarrollamos vivencialmente dentro de un marco entendible y previsible a lo largo del siglo XX. Lo bueno ha sido, me parece, que todos las generaciones hemos ido creciendo en relación con la anterior y previsiblemente, seguro, en la quinta el despegue será atómico, pero eso lo contaré mañana…
La Fotografía: Hoy, mi hijo Gabriel cumple cuarenta y ocho años, en Chicago, donde vive desde hace diecinueve. Le envío la más afectuosa y sentida felicitación. Él, como yo, es hijo único. A diferencia de mí, en cualquier momento y situación es capaz de reír del modo más franco y afectuoso (yo no río apenas nunca, es una de las diferencias entre nosotros, en favor suyo, claro). En esta fotografía su risa, característica en él, es capaz de abrir todas las puertas y crear espacios de afecto y cariño por  donde pasa.

Pepe Fuentes ·