2 FEBRERO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 1600
Fecha de diario
2024-02-02
Referencia
10239

LOS DÍAS 14.1
“Los ojos no pueden conocer la naturaleza de las cosas”. Lucrecio
Domingo, veintiocho de enero de dos mil veinticuatro

Ayer, cuando me levanté y miré por el ventanal de mi estudio me acompañaba un sombrío estado de ánimo (la prueba irrefutable fue la fotografía de la entrada). Imaginaba que mi día sería igual de idiota que todos, aquejados de una notoria discapacitación o disminución de facultades. Pero esas sensaciones son momentáneas. Luego se pasan y la vida sigue. Me puse a escribir y eso siempre me salva.
Por la mañana, no sabía que haría, imaginaba que poca cosa; pues no, que va, fui al Súper y a la vuelta cociné pollo al chilindrón que me salió bastante bien.
Por la tarde, en tan solo un ratito, monté una entrada de diario que me gustó mucho (apareció publicada ayer). Carece de importancia que esa categórica afirmación suene bien o mal, porque yo no doy cuentas a nadie. Soy un primate, pero no vivo en manada. Luego vi un partido de fútbol que ganamos; el Madrid gana in extremis cada partido que juega como me pasa a mí con mis días, aunque yo, en vez de ganar, empato siempre.
No acabó ahí la cosa, sino que por la noche salí a tomar una copa; a las doce, en los minutos de intervalo de un día a otro me vestí para gustar a mujeres reales (no virtuales). No gusté a ninguna. Ellas a mí tampoco. Eran espantosas y además bailaban fatal. A pesar de todo, ganaron porque yo sí las miré y ellas a mí no.
No me sentí mirado y en consecuencia no fui visto por nadie (soy El hombre que nunca estuvo allí). Si hubo algún crimen, yo no lo cometí.
Ver y ser visto es lo que prueba la realidad de las cosas, del mundo y de nosotros mismos; y si no es así, o al menos no lo percibimos de ese modo, dejamos de ser reales y adquirimos la misma consistencia de un sueño, por mucho que yo intenté hacerme visible vistiéndome para gustar. Lo siento, amigos, al parecer estoy condenado a ser felizmente superfluo.
Cuando volví, a la una menos diez, Mi Charlie me recibió muy contento. Él sí me mira constantemente, luego, para él, al menos existo porque me ve (por eso amamos tanto a los perros, porque ellos sí que nos ven).
Nos acostamos y ambos dormimos muy bien…
La Fotografía: La hice el otro día que salí con la cámara a caminar entre la niebla. Me encantan los días en los que la realidad se transforma mágicamente. Lo que es visible cualquier día, muta en invisible. Parece simple pero para mí es extraordinario ya que me remite a otra dimensión en la que nada es lo que parece. Los paisajes conocidos se transforman en intuiciones e infinitas posibilidades: ríos que son corrientes brumosas hacia otras vidas posibles, flanqueadas por árboles a ambos lados que no son sino formas caprichosas que adquieren la superior visión del arte en estado puro. El mundo torna en gran espectáculo de ilusionismo para niños grandes. Es vivir en una nube suave, blanda acogedora. La realidad se hace enigmática, embellecida al otro lado de la bruma.

Pepe Fuentes ·