LOS DÍAS 14 y 2
“Ser superfluo significa no pertenecer al mundo”. Hannah Arendt
Domingo, veintiocho de enero de dos mil veinticuatro
… Mi pacto con la soledad, trabajado diariamente, goza de buena salud aunque suponga mi intangibilidad. No tengo más remedio que pensar que estoy en lo cierto, sobre todo por mis ausencias y abstinencias.
Ahora, son las 9:03 del domingo, bajaré a desayunar, lo de todos los días: tostadas con salmorejo y jamón, compartidas con mi insaciable alter ego canino (los perros se parecen a sus dueños y viceversa).
Después saldré a pasear con Mi Charlie. Tengo previsto oír en audible una pequeña biografía y aproximación al corpus filosófico de Hannah Arendt.
A propósito de esta vigorosa mujer, de decidido pensamiento ético, aunque en cierto modo paradójico porque, por un lado detectó en determinados seres humanos su incapacidad para pensar, crítica y moralmente, alienándose y asumiendo su participación ciega en sistemas y organizaciones aberrantes desde el punto de vista humanista (especialmente el nazismo); y por otro, dio muestras de una fe inquebrantable en esa misma humanidad defendiendo y preconizando la potencialidad ética de los seres y, al parecer, nuestra capacidad para vivir y construirnos en libertad y en las mejores y más nobles causas.
Prefiero no salir en esa foto ya que me sitúo en el máximo escepticismo hacia el lado bueno de la humanidad, al menos en lo que se refiere a su vertiente moral. Pero aún así, pensadoras como ella merecen todo mi respeto y consideración.
Sí, todo eso pensé mientras caminaba y oía la obra corta de Rita Corsi, sobre Arendt.
A la vuelta me senté frente a la pantalla del ordenador, a mis cosas de siempre.
A la una y media comí parte del pollo al chilindrón (curioso nombre), que cociné ayer y que me salió rico; luego un rato de siesta y lectura; vuelta a la escritura. Por la tarde hablé por teléfono con mi hijo y después cené viendo una de esas series de mucha acción y mujeres estupendas, de las que me enamoro ya que ni las virtuales ni las reales me sirven para ese menester. A las once me acosté, todas las noches lo hago a esa hora (unas noches duermo bien, otras no).
El lunes, ya veremos lo que pasará. Es la vida, día a día; todos distintos, todos iguales.
La Fotografía: Yo mismo, en versión piedra, mitad humanoide, mitad marciano, o extraterrestre. Últimamente, esos seres enigmáticos visitan de vez en cuando mi diario. La aparición de hoy está impregnada de una tremenda fuerza expresionista: la piedra hecha fuerza brutal, hecha metáfora, hecha misterio, hecha poesía. Es una de las esculturas que realizaron más allá del tiempo, seres prodigiosos, gigantescos que vinieron de muy lejos y que se fueron para no volver nunca. Eso pensamos mi cámara y yo.