4 FEBRERO 2024

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Alonso de Berruguete, Valladolid (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 25.600
Fecha de diario
2024-02-04
Referencia
10215

LOS DÍAS 15
“La persona humana postula lo imposible y, en este imposible revela su humanidad: su ser más allá de sí”. Hugo Múgica
Martes, treinta de enero de dos mil veinticuatro

Ayer, lunes, sucedieron algunas cosas sin importancia, o todo lo contrario. Nunca se sabe.
La primera parte de la mañana, haciéndose de día la perdí lastimosamente solucionando problemas operativos, prácticos, engorrosos y estúpidos. Fue una lástima porque es cuando mejor trabajo, es el momento más fecundo para mí; lo que no haga en esos críticos momentos ya no merecerá la pena, será prescindible.
En el paseo con Mi Charlie, me encontré con una colega de perritos, ella tiene dos (una perrita y un perrazo), con la que charlé como si fuéramos amigos, tanto que me ha invitado a visitarla en Almería (la provincia que más me gusta, por el alucinante paisaje desértico que hace que yo me sienta Clint Eastwood a caballo), al parecer tiene un apartamento en un pueblo de la costa. Se lo agradecí. Ya veré, lo mismo sí, o lo mismo no.
Las mujeres conocidas estuvieron positivas conmigo, mi vecina, la de más arriba a la izquierda, en el colmo de la atenta simpatía me ha preguntado qué tal estaba (nunca lo hace, yo a ella siempre le pregunto, pero es que estoy mejor educado que ella). La contesté: -como siempre- y seguí caminando.
Por la tarde me abrumé, saturado de impotencia que sentía por todo el cuerpo, como si un Alíen canalla se hubiera parasitado en mis entrañas.
Terminé en audible una novela corta de Natalia Ginzburg, Valentino, que me había entretenido mucho, mucho. Hacía tiempo que no leía a esta autora, que me gusta bastante.
Me acosté muy pronto, antes de las once incluso. Antes de dormir visité la página de contactos y me encontré con una mujer increíblemente guapa e interesante, con una sonrisa esplendorosa. De Valladolid, pero no me importó porque era una mujer de la que me enamoraría locamente (para mí las mujeres se dividen en dos apartados, uno, muy pequeño, en las que están las que perdería la cabeza por ellas; y otro, inconmensurablemente grande, con las que no perdería ni un minuto). Así es la vida, generalmente estúpida por insatisfactoria. Pensando que el día me era propicio con las mujeres, la envié un icono de -me gustas- al que no contestó, claro (ninguna lo hace). E incluso, después, como me gustaba tanto, la escribí confesando mi rendido amor, a lo que me contestó que era muy amable, pero que no, que yo no era el hombre que ella buscaba (sobraban kilómetros y años, los míos, claro), me envió asépticos saludos y se esfumó. Tenía razón, yo ya no soy hombre apto e interesante para ninguna mujer. En ese mismo instante olvidé el chasco, aliviado incluso ¡¡¡Qué pereza, por Dios, tener que empezar algo a estas alturas!!!
Hoy, martes, no tengo ni puñetera idea de cómo soportaré el paso de las horas vacías.
La Fotografía: Ayer, por la tarde, para que la desgana del vivir no me invadiera malsanamente, a media tarde decidí revelar tres fotografías: una, un gigante de piedra con otro matiz de cómo fue revelada hace décadas y publicada en este diario en 2005, pero que ahora ya parece otra, más amenazante. Por un momento he pensado en traerla hoy, para dar continuidad a la de ayer; y dos más de crucifijos con cristos sangrantes (pensando en mí mismo). Finalmente me he decidido por esta, de Alonso de Berruguete, expuesta en Valladolid, pensando en la estupenda mujer de la que me enamoré durante unos minutos, pero luego ya no, que vive en esa ciudad: una historia de amor imposible. Como todas.

Pepe Fuentes ·