MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo veinte: En mi casa (2)
Sábado, diez de Febrero de dos mil veinticuatro
“Uno trata de hacer fotografías que evoquen no sólo el sentido de lo externo, sino de ese algo que sientes por dentro, algo que tu ojo no puede ver directamente pero que tu mente sabe…”. Wynn Bullock
En estos últimos días me estoy ocupando en seleccionar, localizar y revelar algunas fotografías analógicas realizadas a lo largo de mucho tiempo (ahora soy digital).
Siento esa necesidad porque encuentro todo el sentido en el hecho de hacerlo. Sí, porque fueron imágenes que nacieron de mi pasión bruta, cuando suponía que todo lo que hacía fotográficamente tenía todo el sentido del mundo. Luego ya no, me perdí en una espesura intrincada, preñada de rabia e impotencia.
Una cierta cultura fotográfica empezó a colonizarme y mi inseguridad hizo que viera posibles caminos por doquier, y todos ilusorios por falsos, no me correspondían, lo que me llevó a la dispersión y a la nada o a la cabezonería del ‘sostenella y no enmendalla’
Cada una de esas exploraciones tendrían que haber sido respaldadas por unos logros incuestionables en la forma y por indagaciones filosóficas: “Un artista que no sea un filósofo no es un artista”. Wynn Bullock
Me faltaban los fundamentos necesarios para filosofar. Yo era y soy, tan solo, materia voluntariosa, fuerza de la naturaleza ciega y en absoluto filosófica.
Todo lo sucedido, por algo habrá sido, digo yo.
Siempre me encomendé a la acción y a la suerte (que risa, lo de la suerte), y con eso pensé que sería suficiente. Y sí, lo fue; para hacer lo que he hice y todavía hago, pero para nada más. Si no lo hubiera hecho habría sido infinitamente peor.
El autodidactismo en arte, y yo lo he sido y lo soy absolutamente, no me ha cundido más.
Al fin y al cabo he vivido como he querido y no como habría necesitado. Me olvidé de la inteligencia.
La Fotografía: Por qué hice esta toma y otras muchas parecidas y todas en mi primera época (luego también, pero menos); solo puedo interpretarlo desde la conexión más sencilla: mi infancia se desarrolló en paisajes y entre formaciones pétreas como esta. Era fácil sentir viva y sensiblemente realidades figurativas y simbólicas como lo son estas piedras. Ellas se expresan a través de sus formas antropomórficas y me invitaban a conversar, como el pájaro o réptil encajado a la izquierda de la imagen.
“La peor derrota en todo es olvidar, y es sobre todo lo que te lleva a la tumba”. Céline