17 ABRIL 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 160
Fecha de diario
2024-04-17
Referencia
10311

LOS DÍAS 32
“Cuando no se cree en nada, los sentidos se vuelven una religión y el estómago una finalidad”. E. Cioran
Miércoles, tres de abril de dos mil veinticuatro

Mi Charlie y yo hemos salido a pasear por la primavera, como todas las mañanas.
Sigo con Jauja, de Use Lahoz, una novela neorrealista larga, que se desarrolla en la última parte del siglo pasado y principio de este. Cruda y entretenida. Las purulentas miserias humanas presentes y borboteando en casi todos los personajes que desfilan por esta historia de registro popular. La corrección y en muchos momentos emotiva y brillante técnica narrativa de Lahoz, hace que a base de sencillez y credibilidad los pobres seres humanos que habitan la novela se te metan dentro. Mis paseos serían insoportablemente aburridos sin literatura, o ensayos históricos o filosóficos (ahora en formato de autoayuda, esa moda de los tiempos que corren), o de lo que sea. Ya es lo único que me queda como perspectiva vital, que, por suerte, no es poco.
Inesperadamente, cuando avanzaba despacio y placenteramente al sol, acunado por el relato, rodeado de un arrebatado tono verde de hierba y pinos por doquier, ha aparecido mi vecina con su perro.
Yo no deseo encontrar a nadie conocido en ningún momento y que me haga perder mi virtuoso semblante de hombre silencioso, sobre todo de perfil (en directo ya solo hablo con mi peluquera, porque me gusta).
Cuando me encuentro con esta mujer solemos acompañarnos bastante trecho y tiempo en el paseo. Normalmente, ya que estábamos ahí,  socializando sin remedio, aproveché para preguntarle por sus habilidades culinarias, por guisos de chuchara, por ejemplo, y resultó que sí que sabía.  Cuenta, cuenta, me he apresurado a animarla para que me ilustrara de cómo hacía ella el cocido, por ejemplo. O las lentejas, o las alubias, y sí, me lo ha contado todo: ingredientes, aderezos, tiempo de cocción y otras cuestiones de valor. Tanto me ha excitado el relato que creo que pronto cocinaré un cocido, por ejemplo. O no.
Fue un tema de conversación un tanto desesperado porque para recetas ya está internet.
Otras veces hablamos de otras cosas, de cotilleos sociales que puedan afectarnos directamente. Siempre se nos ocurre algo para reírnos un rato. Además, es una mujer atractiva.
Por ejemplo es de mucha risa que cuando le propongo que hagamos “algo”, dice que sí, pero no lo hace; ella propone otra cosa, y entonces no lo hago yo; ambos proponemos lo mismo y no lo hacemos ninguno.
En pleno didactismo culinario, llegamos a las inmediaciones de dónde había dejado su coche, cortamos el rollo, y se fue con su perrito. Charlie y yo hemos seguido con lo nuestro.
En estos momentos de mi tiempo, pienso que la única utilidad para mi vida que puedo sacar de las mujeres es que sepan cocinar y me cuenten sus recetas; salvo eso, mejor no, gracias. En la página de contactos en la que estoy suscrito ninguna mujer, en su perfil, habla de su vida en la cocina (yo tampoco lo hago, y no sé por qué, con lo importante que es). Será la razón por la que me daré de baja en ese sitio que no sirve para nada. Si no les interesa cocinar, no gracias. Ahora, tan tarde ya, el placer mejor en la mesa que en la cama. Es un grandísimo placer cocinar para alguien y recibir con inmensa satisfacción la generosidad de un guiso que alguien haga para compartirlo contigo. Ahora no se me ocurre nada con mayor sentido vivencial que algo así.
Volviendo a la experiencia amistosa con mi amiga de paseos, siempre impremeditados, lo cierto es que es una mujer muy atenta conmigo y yo con ella. El otro día, sin ir más lejos, a la vuelta paramos en un bar a tomarnos un café, nos sentamos en una mesa y Mi Charlie atacó duramente a Manolo (su perro) por el dominio de un trozo de bollo (las cosas de Mi Charlie, que está un poco loco). De pronto, ya en las inmediaciones de nuestras casas eché en falta mi teléfono. Ambos volvimos a buscarlo y resultó que se me había caído en la silla del bar. Pero ella se prestó a hacer lo necesario para recuperarlo. Eso, estuvo bien por su parte.
La Fotografía: Tomada el otro día, en uno de mis paseos matinales y exultantes, rebosantes de fulgor primaveral. Y es entonces cuando puede aparecer alguna rara circunstancia imprevista, siempre perturbadora del orden de mi ecosistema.

Pepe Fuentes ·