20 MAYO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Aguilar de Campoo
Soporte de imagen
-DIGITAL 800
Fecha de diario
2024-05-20
Referencia
10364

DIARIO DE VIAJE: al Norte.
“A menudo su sombra se le vuelve demasiado pesada”. Elías Canetti.
Segundo día, lunes, veintidós de abril de dos mil veinticuatro (y 8)

… Del Monasterio de San Andrés del Arroyo, hacia Olmos de Ojeda, donde tenía anotado la iglesia de Santa Eufemia, pero ni siquiera la vi por fuera; de ahí al Monasterio Santa María de Mave, pero solo abrían en fin de semana; tampoco exploré el entorno pedregoso (Las Tuerces), de indudable interés; seguí y seguí hasta Cervera de Pisuerga y más adelante Olleros de Pisuerga donde había una ermita excavada en roca, también cerrada (solo fines de semana). Me adentré por caminos y pinares hasta que llegué a un eremitorio cueva en el interior de una formación rocosa, cerrado con una reja, aunque se podía ver y fotografiar el interior, lo que hice, claro. Me cansé de puertas cerradas en formaciones de piedra y todavía tenía que buscar un sitio donde dormir. Me decidí por Aguilar de Campoo. Busqué un hotel, que encontré pronto, Valentino se llamaba y dio la casualidad de que se encontraba a trescientos metros de donde estaba aparcado.
Tomé la habitación a las 7:30 de la tarde. Después de ducharme salí a pasear por la ciudad, sobre todo por la plaza mayor, muy bonita, por cierto, toda ella porticada con columnas de madera y numerosos bares y restaurantes.
Cuando se puso el sol la temperatura bajó desagradablemente, pero a mí me dio por caminar y caminar por calles y calles del casco histórico y cuando eso sucede es porque entro en fase maniaca, en bucle, lo que supone que no paro en ningún sitio, en este caso en ningún bar. Vi uno a medida que avanzaba, en ese momento agotado ya, pero sin saber por qué decido que ese no, que mejor el siguiente, decisión que repito con todos los que me voy encontrando. A medida que hago eso me enfado conmigo mismo y entro en una espiral absurda, irritante y agotadora. A veces, me parezco un absoluto anormal.
Entré en la plaza por tercera vez, a estas alturas no me aguantaba. Por fin vencí mi absurda reticencia y entré en un bar amplio y grato a la vista donde servían raciones y platos ligeros. Estaba más que mediado.
En una mesa, junto a los ventanales que miraban a la plaza había tres parejas en la treintena que jugaban alegremente a las cartas. En la barra pequeños grupos de gente y los consabidos grupitos de hombres maduros que suelen compartir unos vasos de vino antes de volver a su casa a cenar (como ha sido siempre), hablaban de fútbol (eso es también habitual); lo malo es que repiten los mismos argumentos como si fueran grabaciones en cinta sin fin.
Me senté en una mesa alta y pedí una ensalada de tomate con queso mozzarella y una copa de vino; de postre tarta (no recuerdo de qué era). Me atendió un camarero joven muy simpático, que me llamó de tu, luego tuvo todo mi reconocimiento y empatía. De fondo se oían blues, concretamente reparé en uno de Janis Joplin. A pesar de mi absurda resistencia a los bares de Aguilar de Campoo, creo que acerté en la elección.
Volví al hotel a las 22:30, casi tiritando de frío. El día había ido bien, pero, sin embargo, sentí una gran tristeza cuando volvía cruzando el pueblo por calles vacías.
No sé si mañana veré algo de Aguilar o me iré directamente a Santander para pasar allí el día entero.
Cuando me acosté sentí un terrible cansancio, casi más anímico que físico…
La Fotografía: Mi cena, en Aguilar de Campoo.

Pepe Fuentes ·