CENA RARA 4 y 2
«Cuando no se quiere lo imposible, no se quiere”. Antonio Porchia
Jueves, veinte de junio de dos mil veinticuatro
… Tanteamos, como siempre se hace en estas cenas raras, por dónde nos decantábamos cada uno en cuanto a posibles temas de conversación. No estaba claro, íbamos y veníamos de un tema a otro sin quedarnos en ninguno demasiado tiempo. Las conversaciones parecían muy abiertas; los deseos, cerrados a cal y canto, pero no por reservas personales, no, simplemente porque en ese aspecto a nadie nos interesaba nadie (a mí, me interesaba R., pero por motivos extra sentimentales, y, desde luego, eróticos, tampoco). Me encanto su inteligencia y lo inmensamente culta que era. Madrileña de nacimiento y vocación, enseguida se reveló con enorme capacidad para sintonizar con todos desde una actitud amigable y atenta. A medida que la cena avanzó esta mujer dio muestras de poseer un enorme bagaje de conocimientos que exhibía con naturalidad y sin el menor atisbo de prepotencia. Los temas que parecía dominar con fluidez iban desde psicología, filosofías orientales y occidentales, ciencia, tecnología digital, política y sociedad… Además de tendencias sociológicas actuales. Oírla era un placer. A medida que ella crecía como conversadora exquisita, poseedora de la máxima información los demás fuimos decreciendo, por respeto y consideración a la calidad de sus argumentos. Yo, culturalmente escaso a partir de referencias de oídas, sí me siento capaz de detectar a una persona culta de verdad por la manera de expresarse y por las fuentes a las que recurra en su discurso.
El resto de los comensales también participábamos (nuestra sabia particular no monopolizaba ningún tema, intervenía de un modo medido y pertinente).
Me detengo en este aspecto porque no es frecuente encontrar a buenos e interesantes conversadores. Son una especie rarísima.
La Fotografía: Hasta ahora me siento muy cómodo con la experiencia de las cenas raras porque el nivel cultural y de educación de los asistentes es más que estimable, salvo alguna excepción irrelevante… aunque, por otro lado, el tono no sea en absoluto sofisticado, ni falta que hace.