8 JULIO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL (100)
Fecha de diario
2024-07-08
Referencia
10439

DIARIO DE LO IMPOSIBLE 3.1
“En las últimas décadas, se confunde independencia con soledad. No permitirle a otro condicionar mi vida. Y esto sí es muy de la época. Y es espantoso. Uno busca esto cuando es joven, y lo primero que aprendés, y yo he vivido solo mucho tiempo, es que la vida se siente más completa cuando hay un otro…”. Nicolás Giacobone (El Confidencial, entrevista al autor argentino de Los impotentes, por Juan Soto Ivars, 4.07.2024)
Jueves, cuatro de julio de dos mil veinticuatro

No podía haber cuatro Cenas Raras, sin una quinta.
Ahora no sé si hice bien o mal yendo.
Intentaré determinarlo escribiendo esta crónica.
Como siempre, salí de mi casa con tiempo suficiente, pero no con el ánimo necesario. Por eso llegué a tiempo, pero no estuvo claro que mi presencia tuviera algún sentido, ni para mí ni para los demás. Los otros me dan igual, yo me importo un poco más, sobre todo porque me acompaño todo el tiempo.
Llegué el primero (ahora ya me da igual llegar antes, aunque sea inelegante) y esperé a los convocados. El restaurante se llamaba Atípico y era de cocina mexicana.
Primero llegó R, una mujer fea y de aspecto avejentado, aunque no tanto como yo (o sí); muy desarreglada: no se había peinado y desde luego maquillaje debía hacer años que no aparecía por su cara; tampoco se vistió para gustar (es la estúpida dictadura de lo natural, tan antinatural desde el lado necesariamente humano). La buena noticia es que resultó ser una mujer sumamente simpática (además de asturiana), de mirada perspicaz, talante despierto, muy expresiva, aparentemente independiente y de marcada personalidad. Me gustan las personas así, puedo estar con ellas sin conflicto (al menos mientras dura una Cena Rara). En mi fuero interno me apresuré a aprobar su presencia.
Luego llegó P, una mujer desacomplejadamente gorda y bastante joven para la media de edad de las Cenas Raras en versión provecta. No creo que tuviera ni siquiera cincuenta (yo podía ser su padre). Esta ya no me encantó como R, porque no era ni una cosa ni otra, ni bien ni mal, ni guapa ni fea, ni simpática ni antipática; normalidad absoluta en todo (olvidable nada más levantar la mesa). Dijo ser una gestora de alto nivel en un ministerio del gobierno, es decir colaboradora de los delincuentes que detentan el poder. Pero ella parecía inocente.
Unos instantes después la mujer que peor me ha caído en las cinco cenas y lo sé porque ya coincidí con ella en la cena en la que la mujer Diez me arrebató el corazón, o tan solo movió mi deseo quieto, no lo sé, ya da igual. Volviendo a la que innecesariamente llegó: no puede irritarme más, todo, absolutamente todo lo que dice me saca de quicio porque es primaria, emocional y psicológicamente. No voy a perder ni un solo minuto más con ella; salvo que, en honor a su supuesto lado bueno, fue la única mujer pulcramente maquillada y que en algún momento imaginé cómo podría ser hundir mi cabeza entre sus pechos que imaginaba acogedores y hasta excitantes. Tengo que reconocer que mi pertinaz abstinencia sexual, a veces, desencadena en mi cuerpo y mi cabeza cosas raras que podrían arrojarme al infierno de la perversa incoherencia a través del subconsciente freudiano. Sí, porque yo deseaba tocar las tetas de esa mujer, a pesar de que no quería escuchar lo que decía.
Creo que lo dejaré aquí por hoy porque esto está resultando abigarrado y espeso…
La Fotografía: Recreación alegórica de una Cena Rara. Entrega I.

 

 

Pepe Fuentes ·