13 SEPTIEMBRE 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Palacio de la Granja (Segovia)
Soporte de imagen
DIGITAL 51.200
Fecha de diario
2024-09-13
Referencia
10499

LOS DÍAS 56
“El dinero no es nada, pero mucho dinero, eso ya es otra cosa”. George Bernard Shaw
Sábado, siete de septiembre de dos mil veinticuatro

… Dormí bien en la noche del viernes (desde poco después de las once, que es a la hora en la que suelo acostarme diariamente). La terminé viendo unos capítulos de una serie de Netflix: La pareja perfecta, que he elegido por los actores protagonistas: Nicole Kidman (esa mujer me enamora, tan sofisticada y atractiva), y Liev Schreiber, que tanto me gustó en su papel de duro protagonista en Ray Donovan (este tipo es curioso, parece que invade sus interpretaciones con su propio look de hombre duro con barba de quince días a todas horas). No, no es una historia importante pero sí entretenida porque muestra a una familia rica con sus cosas y que se conecta en estéreo en mis orejas, salvando las abismales distancias, con la fascinante novela de Bret Easton Ellis, Los destrozos (insuperable título, por cierto), porque también va de gente rica y desprejuiciada; los ricos siempre gozan de una mayor libertad moral (también, y sobre todo sexual, porque se pueden permitir erradicar las sosas convenciones). Los pobres, sin embargo, siempre atados a las estrecheces de las previsibles convenciones, incluidos los tristes y culposos adulterios, tan cansinos.
Viendo o leyendo historias de gentes muy ricas, generalmente americanas, aunque también podrían ser europeas, no puedo evitar aplicar un estereotipo: los ricos habitan un estatus vivencial insuperablemente superior en cuanto a nivel cultural, inteligencia, calidad de vida, belleza, sofisticación, creatividad, sensibilidad artística… (seres superiores, sin sombra de duda). Quizá esta afirmación aparentemente acomplejada, ni me duele ni me despierta resentimiento alguno. Cada uno en su nivel: los pequeño burgueses no llegan a esa altura de perfeccionamiento de los ricos, suelen ser paletos, simples como los principios y presuntuosos, quieren, pero nunca podrán (los ricos no necesitan de la presunción porque ya tienen el dinero); y de los pobres, entre los que me encuentro, solo somos unos desgraciados, bastante ignorantes por cierto (al menos es mi caso), que ni de lejos podemos aspirar a los refinados placeres que tanto se parecen a la felicidad o al menos la imitan estupendamente, porque estamos ocupados en sobrevivir malamente, sin gusto ni belleza (los pobres no somos bellos ni sabemos en qué consiste ese valor). Sí, ya sé que puede haber ricos vulgares, groseros incluso, pero es que claro, el género humano, por ser propio de la especie, tiene fallas o errores genéticos que no puede superar (nadie es perfecto, los ricos tampoco).
¿Eres clasista, tío? Me pregunto -puede, no digo que no, aunque eso tan solo sería cosa de perspectiva, o tan solo razones semánticas: aunque en lo que acabo de escribir solo detecto neutralidad descriptiva y un cierto asombro hacia gentes que potencialmente están en condiciones de elevar su vida, con su paso del tiempo y todo, a la categoría de arte, y eso, sin riqueza es imposible. Ellos, nadando en la libertad que les otorga la abundancia, puede que lo consigan, o no, todo dependerá de su talento.
La Fotografía:  De mi reciente viaje a Segovia, comedor del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, construida por el primer rey de la dinastía borbónica Felipe V, que aparte de interesantes reformas del estado, mostró gusto y refinamiento (le ayudó Isabel de Farnesio, poderosa mujer). El palacio de La granja, a pesar de ser una pequeña copia de Versalles muestra un particular esplendor rococó propio de personas que viven en la abundancia material y que, naturalmente, se pueden permitir el arte y la vida bella.

Pepe Fuentes ·