26 FEBRERO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Reality+ (2014), Coralie Fargeat.
Soporte de imagen
-DIGITAL 10000
Fecha de diario
2025-02-26
Referencia
10739

HISTORIAS MÍNIMAS 5
“La elegancia es la única belleza que nunca desaparece”. Audrey Hepburn
Lunes, veinticuatro de febrero de dos mil veinticinco

Anoche, domingo, terminé el día viendo una digna, sería y modesta película española. Escasa producción, pero gran ambición y compromiso con una verdad ingrata y difícil que hemos vivido horrorizados millones de españoles a lo largo de décadas. Se titula La infiltrada y trata de una valiente y sacrificada mujer que se infiltra a lo largo de muchos años (siete, creo recordar), en el entorno de ETA, para asestarlos un duro golpe. Es una historia bien y eficazmente contada. Enfocada a describir el arriesgado entorno de la lucha contra asesinos ciegos sin causa racional o moral.  Resulta estremecedor el simplismo brutal en el que se sustentaban aquellos canallas ejecutores de personas inocentes. Los que aparecen en la historia resultan verosímiles, abominablemente creíbles. Todavía existen y viven en el escenario donde actuaron con su ideario y sus sanguinarios instintos intactos. Puro idealismo sin ninguna inteligencia; no, no era tanto un problema de ADN asesino, que también, sino de un insondable vacío mental, una falta absoluta de capacidad crítica, reflexiva, moral, aparte de una deformación intelectual e infantilismo sin límites. Qué puto asco todo aquello y todos ellos. Y lo peor, el germen nacionalista habita en millones de personas aquí, todavía, como si la más sensata y elemental filosofía y experiencias históricas no hubieran demostrado hasta el hastío que esas debilidades son perniciosas, perversas, asesinas. Fascismo en estado brutal.  Desoladora tanta ignorante fealdad. La mujer policía, impecablemente interpretada, como persona y personaje, quizá habría necesitado más atención o no, y tiene la suficiente en aras del propósito de la historia
No sé por qué me empeño hoy en escribir obviedades, debe ser porque es lunes y mi fin de semana no ha existido (léase vivencias gozosas y rientes), salvo el paseo de ayer con Mi Charlie, a pleno sol y plena soledad.
Pasado mañana me operan (me estoy poniendo pesado con eso). Preferiría que fuera esta tarde misma (que lo será cuando aparezca publicada la entrada). Las operaciones quirúrgicas, siempre que no sean a vida o muerte, están bien, me interesan porque son promesas de mejoría de algo empeorado. Yo, necesito ardientemente esa idea: mejorar, como sea, aunque tenga que soportar molestos postoperatorios. Sacrificios que al final compensen. Sí, eso me gusta.
Por cierto, anoche recibí una llamada de un hombre al que conocí en las Cenas Raras (quizá vuelva a ese rollo, tan solo una vez más). Hacía meses que no sabía de él. Pensaba que nunca más cruzaríamos nuestras vidas. No entendí la llamada. Supuse que no se encontraba bien, pero no tenemos suficiente confianza para las confidencias llorosas. Fue él quien me recomendó a la mujer intermediaria para buscar pareja de la que no sé nada desde hace seis meses y que ya he dado por amortizada y olvidada hasta anoche, por la llamada de ese hombre, que me la recordó. No pienso hacer nada al respecto. Qué la zurzan con hilo verde.  Le dije del fiasco que me supuso la experiencia; pero no para él, al parecer, porque había tenido cuatro citas a través de ella, todas fallidas, por supuesto.
Quienes deseen o busquen pareja a partir de los sesenta, aunque tan solo sea ligar, que pierdan toda esperanza, a no ser que opten por la única posible: No desearlo. Es la más sabia, eficaz y barata.
Al final de la vida o te haces sabio o te haces sabio, no hay otra; no conseguirlo solo supone ir viviendo los días, uno tras otro, morado y entumecido por los golpes de la esperanza y no de la vida, porque la vida no falla nunca, hace lo que tiene que hacer: fagocitar a todos los que hemos tenido la desgracia de nacer.
Lo dejo ya, me estoy poniendo lúcido y todavía es lunes.
Cuando se publique esta entrada, luego, por la tarde, me operarán en un Hospital que se llama Cemtro, en Mirasierra, Madrid. Aporto esa información por si me muero de un infarto en la mesa de operaciones, para que alguien a quien pueda interesar sepa dónde estoy, o mejor, donde ya no estaré.
Espero que todo salga como debe, por el momento: Bien.
La Fotografía: Imagen de Reality+ (2014), Coralie Fargeat. El portador del chip que da título al corto (22 minutos), puede verse a sí mismo con un físico perfecto, increíblemente bello, elegido por él, y ver y ser visto por todos aquellos que porten el mismo dispositivo alquímico. Solo tiene un interesante y peligroso problema técnico: la mejora solo dura 12 horas al día. Además, cuando se abusa tiene efectos secundarios como el de la imagen. A mí, hoy, no me pasará algo así, pero tampoco embelleceré a no ser por dentro. Ya veremos.

Pepe Fuentes ·