Diario de un Hombre Resignado 1 y 2
“Resignación: Es una especie de intervalo triste y confortable. Doble trampa. Doble fracaso. Demasiado confortable para que se desee abandonarla. Demasiado triste para encontrarse a gusto en ella. Es, con frecuencia, el estado de los viejos, o de quienes envejecieron antes de hora. Es lo que la hace tan poco atractiva. «Me irrita esa palabra de resignación —decía George Sand—; según la idea que me hago de ella, con o sin razón, es una especie de pereza que pretende sustraerse a la inexorable lógica de la desdicha» (Historia de mi vida, X). André Comte-Sponville
Viernes, dieciocho de abril de dos mil veinticinco
… Para mí, la resignación no es una sensación confortable, jamás habría elegido ese estadio vivencial si realmente fuera libre de elegir. Existimos en un determinado presente a partir de las experiencias que hemos vivido libremente (en el mejor de los casos), las que nos han conformado. Más tarde, a la vuelta de los años, cuando se acaba la edad de la oportunidad de satisfacer deseos y necesidades (pongamos el sexo, o la socialización estimulante, por ejemplo y no, no estoy hablando de la “felicidad” que solo es acceder a la inconsciencia) se abre la edad de la frustración, por no llamarla desdicha como dice George Sand, y es entonces cuando se da paso al mal menor, pero mal, a fin de cuentas, que es la resignación, a ser posible sin amargura.
Es en este momento cuando se empieza a mirar al estoicismo como filosofía terapéutica o paliativa que además da el pego porque se parece un poquito a la sabiduría.
También a la pereza, que decía Sand, en forma de rutina, igualmente terapéutica.
Pero no, no me engaño, porque soy consciente de que se trata de una simple estrategia dispersiva, nunca anhelante, propositiva o posible. En otras palabras, una aberrante, pasiva y despreciable mierda.
El otro día charlando con mi prima que más que familia es amiga (más joven que yo), ella adoptaba una posición de relatividad existencial, sí algo así como, la vida hoy puede ser de color gris oscuro, pero mañana puede ser amarillo, o azul, o yo qué sé, pero diferente y hasta posible. Yo, por el contrario, era de otra opinión y se lo dije: mira, cuando estás en el puto despeñadero, siempre bajas, nunca subes, los tirabuzones en el aire solo son para los pájaros. Nunca se recupera lo perdido (el sexo, por ejemplo, otra vez).
Y es ahí donde aparece la resignación que ni siquiera eliges sabiamente, sino que es el resultado inexorable de cómo has sido y vivido. Esa indeleble experiencia te define cómo eres ahora, en cuanto a tus valores y estilo de vida; solo que ya de viejo (los viejos no existen, solo son sombras), en un momento en la que ya nada tiene arreglo y casi todo lo que puedas hacer es inservible.
Para mí la resignación es lucidez en la medida que rechazo la ambigüedad y el no morir todavía, aunque sufra de frustración y renuncia. Y todo este estúpido ejercicio de pacto con el mundo me resulta sencillo y asumible porque todavía no estoy preparado para acabar con la pesadilla de la decadencia y duelo por mi vida perdida ya.
Acotación técnica a partir de mi propia experiencia: en un cierto momento de la vida cronológica, tan solo un año de diferencia, en estos momentos tan críticos, lo cambia todo y pasas del azul saturado al oscuro tirando a negro (la resignación), y siempre que no te extirpen el prepucio, como a mí, porque entonces será negro (aunque según me dijo mi hijo el otro día a propósito del dichoso prepucio: papá, no te pongas así, que no es para tanto).
Ahora, no veo a nadie a mi lado y tampoco en el espacio polvoriento y estéril que se ha abierto a mi alrededor, solo vacío y silencio. Al menos, siempre me quedará el estoicismo (otro modo de religiosidad), la belleza y el arte que, para mí, son necesariamente lo mismo. Y escribir, siempre.
Pero no, nunca galopando sobre las falsas expectativas como la relatividad o la esperanza (todavía peor), que son una droga dura como cualquier otra y que consiste, básicamente, en rumiar maniáticamente sobre esperanzas e idealizaciones que nunca podrán ser satisfechas. La decepción siempre acechando sobre los engañosos logros.
La Fotografía: …Una de mis mejores versiones recientes, de hace tan solo unos días. Eso sí, en blanco y negro.