Diario de un Hombre Resignado 1.1
“A propósito de la resignación, dice Gide: «Cuando no puedas decir tanto mejor, di mala suerte. Hay ahí una gran promesa de felicidad». Pero sólo puede hacerlo, y quizá ni eso, por medio del hábito y la renuncia. No es una victoria, sino un abandono. Eso la vuelve necesaria a veces, e insuficiente siempre. Es como una sabiduría mínima, para quienes son incapaces de la verdadera”. André Comte-Sponville (Diccionario filosófico)
Jueves, diecisiete de abril de dos mil veinticinco
Ahora, aquejado de demasiados micromales (todos leves, todos interminables, todos molestos), y de un ostracismo social (el de siempre y ahora acompañado de un persistente silencio diario, sin solución), intento por todos los medios encontrar un equilibrio de supervivencia, y no digo resistencia porque eso supondría -lucha- y no, ya no estoy en ninguna pelea.
La reflexión de Comte-Sponville me parece lúcida y penetrante, aunque no termine de asumirla, por eso la búsqueda de algún tipo de sabiduría, aunque perniciosamente resignada. Entiendo bien la calificación de abandono, porque, aunque intento vencer mi fatalismo, me siento infinitamente más cerca de él que de alguna mínima victoria, que, más que inverosímil se me antoja imposible. Como nunca he sido ni seré sabio, tendré que conformarme con atisbarla desde la impotente lejanía. Eso es menos que nada.
En este tiempo me siento cansado y me acomete una invencible pereza; aunque hoy me haya levantado a las cinco de la mañana sin tener nada que hacer, salvo escribir este texto.
Por las tardes, cuando me tumbo en el sillón después de comer temprano, tengo que hacer titánicos esfuerzos para recuperar la verticalidad y las energías que no tengo porque carezco del motor básico: algún deseo, aunque sea quimérico.
Ha salido el sol, en este preciso instante (7:30), y creo que dejaré de escribir por esta mañana (tengo que salir a caminar, a pesar de mi fascitis y luego tendré que limpiar la casa (está asquerosa).
Mientras camine y limpie lo haré acompañado de Javier Cercas y su última obra: El loco de Dios en el fin del mundo, de la que hablaré otro día porque la extensión de la entrada sería excesiva…
La Fotografía: Una de mis mejores versiones recientes, de hace tan solo unos días. Eso sí, en color…