5 MAYO 2025

© 1983 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
1983
Localizacion
Carmen, (Toledo, España)
Soporte de imagen
-120 PLUS X 100
Soporte de copias
ILFOBROM GALERY FB
Viraje
SELENIO
Tamaño
20 x 25,5 cm
Copiado máximo en soporte baritado
2
Copias disponibles
1
Año de copiado
1983
Fecha de diario
2025-05-05
Referencia
5118

DIARIO ÍNTIMO 122
“…Vino el matrimonio al mundo para protegernos de la noche salvaje de todos los muertos, o de la necesidad de ser uno solo. La necesidad de ser uno solo y convertirse en la iluminación de ser dos se cumple a través del matrimonio. No hablo del matrimonio eclesiástico, obviamente. Hablo de la relación ancestral entre dos seres humanos, cuyo sexo no importa, sino que lo que importa es la alianza. La alianza es la belleza. Vino el matrimonio al mundo para que dejáramos de ser uno y mudáramos en dos”. Manuel Vilas
Lunes, cinco de mayo de dos mil veinticinco

El cinco de mayo de 1975, fue lunes. Hoy también.
Entre ambas fechas han pasado cincuenta años, exactamente cincuenta.
Qué pasó hoy, hace cincuenta años, que Carmen y yo nos casamos, de tapadillo. Las familias de ambos avergonzadas, nosotros también, por la vergüenza de ellos.
La causa: obvia (para ellos): Carmen se había quedado embarazada de mí. Eso, en aquella época y en familias pobres e iletradas como las nuestras era causa de vergüenza y culpa (necesariamente había que ir virgen al matrimonio, o no, mientras que no se notara).
Maldita sean, y mil veces malditos los valores imperantes en esa tenebrosa época que conseguían que lo que debía ser un acontecimiento feliz se convirtiera en una desgracia. Detrás de toda esa pestilente mierda: la iglesia católica, y la estupidez, oh, siempre la estupidez humana que nunca desfallece.
La ceremonia clandestina se celebró en una iglesia de la ciudad en la primera misa que se celebraba por la mañana.
Con poco más de veintiún años me encontraba haciendo el servicio militar obligatorio. Carmen, con veinte, trabajaba en un hospital.
Comenzamos nuestra vida matrimonial con absoluta normalidad.
Seis meses después nació nuestro único hijo, Gabriel (claro, este año, él cumple cincuenta años también).
Fue el niño, el adolescente, el joven y el hombre más sano y feliz del mundo. Ahora, a punto de llegar a una madurez inexorable, sigue siendo el hombre, el marido y padre más sano y sonriente del mundo. No, no consiguieron malograr nuestras vidas con la culpa.
Tanto a Carmen como a mí, nos cabe el honor y el orgullo de establecer ya entonces un régimen de convivencia y valores infrecuente y que ahora, visto con la perspectiva del tiempo, podemos afirmar que fuimos un modelo de pareja que integró en su vida todos los valores que tardaron en atisbarse décadas, con ese rollo de los autoproclamados progresistas que creen que han inventado el sentido común y los buenos valores en la pareja. No, eso lo inventamos Carmen y yo, pero no se lo dijimos a nadie. Todo ese saber hacer, nosotros ya lo practicamos con treinta años de adelanto, por pura lógica y sentido del respeto del uno hacia el otro. Por ejemplo, entre otras cosas, cuando nos separamos nueve años después, la patria potestad y cuidados de muestro hijo fue compartida en un riguroso cincuenta por ciento todos los años sucesivos. Ah, y por supuesto, a lo largo de toda nuestra vida, casados y después divorciados, el respeto, consideración y el cariño se han mantenido hasta hoy mismo.
Esta entrada, dado lo significativo del día y aniversario que celebramos, yo al menos sí, para mi fuero interno y para este diario, tiene para mí un único significado y es de celebración porque nos quisimos y por lo bien que lo hicimos mientras duró.
Después, creo que tanto Carmen como yo, hemos tenido unas buenas vidas porque somos personas de bien y lo seremos hasta el último día de nuestras vidas. Nos alejamos sin una mala palabra del uno hacia el otro. No podía ser de otro modo. Estoy seguro de que nunca, a lo largo de los cuarenta y un años que llevamos separado, no nos hemos censurado.
Con las personas que se ha compartido la vida durante años, si ambos son personas de ley, honorables y de amplitud de espíritu, el tiempo de separación solo puede ser cordial, respetuoso y agradecido. Y si no, la equivocación estuvo en la elección.
Ella, ahora, casada desde hace muchos años, creo que se encuentra muy bien y así me lo dice cuando hablamos, de lo que me alegro infinitamente.
Ahora, en este tiempo, vida sentimental ya no tengo y los estúpidos y escépticos intentos que estoy haciendo por recomponer mi vida afectiva, son solo eso, ridículos (de eso hablaré en la entrada de mañana). Ya no habrá una mujer como ella en mi vida.
La Fotografía: Carmen en 1983, con veintiocho años. Guapísima, atractiva, interesante y estilosa; además de la mujer más generosa y entregada a la vida de los suyos. Qué lástima que yo no fuera consciente del todo de la persona que tenía a mi lado. Siempre es así, nunca somos capaces de valorar lo que tenemos en el presente. Pero bueno, me consolaré (no me queda otra), pensando que los nueve años que duró nuestro matrimonio fueron dignos de celebrar ahora, cincuenta años después.

Pepe Fuentes ·