30 MAYO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Harumi Shimono (1975), Toledo, Dibujo a lápiz
Soporte de imagen
-DIGITAL (100)
Fecha de diario
2025-05-30
Referencia
10885

Recordando: a Harumi Shimono (y 3)
En una conversación telefónica que mantuvimos poco después de que llegara a Japón, con un descarnado sentido de lo que la estaba ocurriendo, pero impregnado de ese sutil sentido del humor tan suyo, y sobre todo con su fortaleza de ánimo y realismo sobrecogedor, me dijo:
“Estoy completamente ciega, pero no importa porque tuve mucho tiempo para ver. Ahora mi vida es distinta a la que siempre tuve, percibo las cosas desde otra dimensión, desde la oscuridad, y esa es una manera de sentir muy intensa. Es como si estuviera viviendo una vida nueva, diferente. Necesito crear el mundo de nuevo y es apasionante. Estoy bien, con ánimo, me tratan bien, y vienen a cuidarme cada día y me hace mucha ilusión salir a pasear dos veces a la semana-…”
Miércoles, veintiocho de mayo de dos mil veinticinco

A pesar de su ceguera, cuando hablábamos ella me transmitía su deseo de volver a España. No perdía la esperanza…
Vivía en un pequeño apartamento donde tenía un reducido baño y una sala dormitorio. No necesitaba más. Siempre fue muy austera e independiente. Dormía a las ocho de la tarde y se despertaba mucho antes del amanecer. Despierta, la oscuridad continuaba, día y noche, pero soñaba y soñaba con un nuevo mundo, que sería completamente suyo y de nadie más: los sueños sustituían a la visión.
El once de septiembre de dos mil nueve, a las ocho y media de la mañana, recibí una llamada de Yuki (amiga de ambos). Tan temprano no podía ser una buena noticia. Me contó que Harumi estaba ingresada en un hospital de Kioto desde el día ocho de agosto con un cáncer de páncreas. La noticia no podía ser peor. Me quedé anonadado. Llamé inmediatamente a Harumi; no contestó. Qué tristeza y qué impotencia. Deseé de todo corazón que no sufriera y a ser posible que se recuperara; aunque el cáncer parecía de los más canallas y devastadores, de esos con los que no hay negociación posible porque llegan envenenados. Con ellos, la vida tiene vencimiento irreversible: solo queda esperar y desear que el sufrimiento no fuera devastador.
Al fin conseguí contactar con ella y mantuvimos una conversación nerviosa; ella se expresaba animosa, reía, se emocionaba. Yo también. Lloramos los dos. A mi pregunta de cómo se encontraba, contestó:
“tengo como un quiste (evitó la palabra cáncer; no era necesaria, sabíamos que se parecía demasiado a la de –muerte-), pero estoy bien, no parece que me esté muriendo…”.
Seguimos charlando como si nada ocurriera, bromeando a veces, y sin apenas referirnos a la enfermedad. Me repitió que no estaba tan mal, gracias a la fuerza que le mandábamos desde aquí, y a los cuidados que recibía allí: su familia, sus amigos, el hospital. Se sentía agradecida a todos. También me dijo, una vez más, que se acordaba de todos sus amigos de Toledo y de la ciudad, de su casa… No lo olvidaré nunca: me impresionó tanto su inconmovible fortaleza, de la que siempre había hecho gala con la más luminosa mirada y confiada sonrisa. Siempre cercana, cariñosa, dulce… ahora también lloro recordándola.
Después de esa conversación, no volvimos a hablar. En diciembre, con Yuki, le hicimos llegar una carta (de Naty y mía), donde recordábamos sentidamente nuestras vivencias comunes, y le transmitíamos nuestro apoyo y afecto.
El domingo, treinta y uno de enero de dos mil nueve, recibí la fatídica llamada: nuestra querida amiga Harumi Shimono había fallecido. Sus últimos tres años y medio los había pasado en la oscuridad total, añorando poder volver aquí, a su casa, a su ciudad, a sus amigos. No fue posible. Mantuvo hasta el último momento su sentido del humor y su fuerza. Perder a una persona de esa inmensa calidad fue una terrible e irreparable desgracia.
La Fotografía: Harumi mujer de inmenso talento dedicó su vida a cuidar a Masao en todo lo que necesitaba. Asumía la gestión de sus exposiciones y por decisión propia, o más bien, por condicionante y asunción cultural oriental (es una opinión propia); no desarrolló su propia carrera artística que habría sido de una brillantez deslumbrante. Eso está fuera de toda duda para todos los que la conocimos. En sus últimos treinta años no dibujó, ni pintó, ni esculpió. En la abundante obra que dejó, casi todos dibujos, mostraba unas condiciones técnicas, pero sobre todo verdaderamente creativas por su infinito talento para crear personajes de una originalidad desbordante, tan solo con unos pocos trazos. Su potencialidad expresiva para captar la más íntima esencia del alma de sus modelos era inagotable. Pura expresión existencial, diría. Me resulta difícil imaginar hasta dónde podría haber llegado con una dedicación absoluta a la expresión y desarrollo de su talento.   

Pepe Fuentes ·