LOS DÍAS 18
“Un día libre de intranquilidades, sin opresiones metafísicas: como disecado”. Peter Handke
Viernes, treinta de mayo de dos mil veinticinco
Mala noche, la de anoche…
Me dormí pronto, me desperté pronto. No volví a dormirme.
De cuatro a cinco y media, pensé que debía cerrar este diario. No tengo nada que contar ni contarme. Debo perfeccionar el siniestro mecanismo de mi aislamiento.
Intenté visualizar cómo sería mi vida sin diario. No lo conseguí porque cuando llevaba unos instantes haciéndolo se me iba la cabeza a otro sitio, pero ese sitio también estaba vacío, y así lo intenté varias veces, sin resultado.
Entonces, desanimado por carecer de propósitos, me levanté.
Lo primero que hice fue dirigirme al bidé (no sabía si era con v o con b, lo he tenido que mirar, por cierto, si se me olvida escribir, ya no tendré problema con lo de diario sí, diario no) para observar cómo iba la desmetalización de mi polla (Manuel Vilas, proponía llamarla pichula, vulgarización de Chile y Perú, pero a mí ese término no me mola, prefiero polla, porque lo de pene me parece sosísimo); y, oh, ¡Por fin! Las últimas grapas de acero se habían desprendido y estaban tristemente pegadas a mi glande, como chatarra abandonada a su suerte (las he tirado, a pesar de la intimidad que hemos tenido). Me felicité. Di por terminado el tortuoso proceso de despedida de mi prepucio y, desde ese mismo instante me declaré hombre libre de ese infame y sacrílego (o divino) pellejo. Cuando los judíos decidieron extirpárselo como si fuera una maldición, ellos que son los fidedignos intérpretes de los mandatos divinos, debían saber la razón superior, que puede que fuera una enmienda del mismísimo Dios a su creación, que fue a su imagen y semejanza (o sea, Él sí lo tiene).
Ahora ya, solo me queda mirar al futuro con el glande liberado de viejas e inútiles limitaciones, aunque no sé para qué. Pero esa es otra historia.
Tendré que aprender a vivir con esta inesperada novedad. No sé si habrá tutoriales en YouTube para estas pérdidas imprevistas.
Por cierto, acabo de recibir una llamada del hospital de la seguridad social, para citarme a una consulta por lo del dichoso prepucio. He rehusado, claro, y he lamentado la pérdida de los 1250 € que me ha costado la demora de dos meses. Me consuela pensar que ya ha finalizado el proceso, y, además, modernamente, con técnica de bricolaje y todo.
El otro día fui a consulta de una fisioterapeuta. Llevaba un volante de un traumatólogo dormido que me prescribía diez sesiones para tratarme una improbable lumbalgia. Así se lo dije a la fisio. Me hizo placas y corroboró el mal diagnóstico, era más bien desgaste óseo en la zona del coxis, por lo que no hizo caso al volante y me recomendó nadar, a ser posible de espaldas. No le dije nada, y pensé, qué perspicaz es esta mujer que sabe que lo mío es ir hacia atrás; y, desde luego, no tenía ni la más remota intención de nadar. No me gusta y además nado fatal (si además lo hago de espaldas, probablemente me ahogaré).
Hoy viernes, pues no sé, no creo que se me ocurra nada en todo el día.
La Fotografía: Pájaros que parecen disecados, pero no, solo son artísticos, aunque inanimados, ni vuelan ni nada; flotan en el aire gracias a la intercesión del arte. Son como el día de hoy en mi vida, que puede parecer real y vívido; pero no, quedará suspendido en la nada y el olvido, salvo por esta entrada. Los pájaros, al menos son bonitos, felices y multicolores. Hoy, mi propia vida, no será nada de eso. Al menos espero que no sea cruenta.