19 JUNIO 2025

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Estampa, Feria de Arte Contemporáneo 2024. Madrid
Soporte de imagen
-DIGITAL 8000
Fecha de diario
2025-06-19
Referencia
10582

DIARIO ÍNTIMO 125
“El deseo se mueve por su propio hilo. Es algo que irradia una persona involuntariamente y que se conecta involuntariamente con otra persona. No es una previsión moral”. Lucrecia Martel, cineasta.
Jueves, diecinueve de junio de dos mil veinticinco

Hoy mismo me encontraré en Madrid, después de pasarme por el Museo Reina Sofía, con una mujer a la que no conozco. La cita está fijada a la una y media del mediodía en una terraza de buen tono, creo (que no he elegido yo).
Si finalmente sucede el encuentro (nunca se sabe hasta que ocurre), será, a priori, en clave de expectativa amorosa. En esa quimérica onda está planificado por una preparadora de encuentros de esta naturaleza.
Es intrigante y hasta emocionante porque nada sabemos el uno del otro.
No tengo ni idea de cómo es ella, ni física ni personalmente. La fórmula está así diseñada para evitar prejuicios; aunque claro, más o menos, los riesgos están calculados, pero no por nosotros, sino por nuestra hada madrina (espero que con poderes sobrenaturales), llamada A de N.
Nos ha seleccionado a ambos para un encuentro rayano en el prodigio porque cree que habrá afinidad y posibilidades de un resultado feliz entre nosotros.
La fórmula me parece perfecta y propicia: en mi provecta edad solo es posible un encuentro con una mujer por la intervención de otra con poderes mágicos que nos toque con su varita a uno y a otra. Para mí, no hay otro modo. Es imprescindible que ese ceremonial lo oficie una mujer, aunque no sé exactamente porqué. Quizá por una misteriosa tradición cultural y esotérica; o tal vez porque son los únicos seres ungidos para ver más allá en las sutilezas del amor y el deseo. Hay componentes de sabiduría maquiavélica y visionaria en estas intrigas buenas. Siempre me han parecido fascinantes estos arreglos que pueden ser eficaces y tener todo el sentido del mundo y hasta que movilice la buena suerte. Por qué no. Yo, ahora, desconfío de mis capacidades para intervenir en el terreno amoroso y en los modos convencionales,  que ya no me alcanzan.
Esta cita se ha demorado en el tiempo un año, y aunque sin impaciencia,  la espera hizo que olvidara el plan de “encuentro del amor” (suena muy cursi) y después cancelara el plan; pero, no sé si sospechosa o venturosamente al día siguiente surgió la opción de hoy.
Tanto tiempo, quizá fuera debido a un largo proceso de maduración de la suerte, y entonces tendría sentido el sinsentido. Supongo.
Tengo bajo vigilancia a mi ingenuidad dado que es altamente improbable que dos personas muy adultas se acoplen armoniosamente. Nada será fácil en esta aventura en la edad tardía. Me parece.
La mujer a la que conoceré se llama R., según me ha dicho el hada madrina A de N., y, a grandes rasgos, tiene un perfil caracterológico compatible conmigo. Supongo que a ella le habrá dicho algo parecido sobre mí. Me temo que, pesar de los buenos augurios, apenas si lograremos superar un escepticismo defensivo inevitable.
Toda esta insólita operación me parece un tanto disparatada, aunque posible ¿por qué no? Si no fuera así no me habría prestado a ella.
Mejor hacer que no, como siempre.
Nuestra hada madrina, A de N., en la misiva en la que me informaba del lugar y hora, así como la vestimenta con la que acudirá R. a la cita, me dijo: “Espero que disfrutes mucho de tu cita y quedo a la espera de tus noticias”.
La Fotografía: Imagen alegórica del encuentro entre R., y yo. Todo dependerá de las sensaciones de los primeros instantes. En esos momentos decisivos todo se puede precipitar hacia arriba, a la luz; o hacia abajo, a las sombras de la decepción. Será difícil cambiar el signo de la primera impresión que nos causemos. Lo dice Lucrecia Martel en la introducción de la entrada. Y, además, en el colmo de la dificultad, la buena impresión será mutua o no será. En otras épocas de nuestras vidas, a una fascinada primera impresión se la llamaba flechazo. La pregunta: ¿es posible ese inaudito prodigio aparentemente a destiempo? Ni idea.
Estos pajaritos están contentos compartiendo la luz en la cima del mundo. Pura metáfora del deseo compartido y aceptado.

Pepe Fuentes ·