Me empeñé en hacer encuadres simétricos y vacíos de gentes para componer un cuadriptico, que nunca haré…
DIGRESIÓN DIEZ. Apocalypto. EE.UU. (2006). Guion: Mel Gibson y Farhad Safinia. Dirección: Mel Gibson. Intérpretes: Rudy Youngblood, Gerardo Taracena, Raoul Trujillo, Dalia Hernández, Jonathan Brewer, Marya Sérbulo, Ariel Galván, Rodolfo Palacios.
Una trepidante y agónica aventura; una selva intrincada y sobrecogedora; un pueblo furioso de salvajes e irracionales costumbres; unas creencias naturalistas sin sentido, o tal vez sí, como el culto al Sol y la Luna; unos ceremoniales religiosos sangrientos y unos protagonistas de una textura carnal inaudita. Y otros muchos aspectos que, en muchos momentos, hacen esta histriónica película de Gibson, hipnótica. Disfruté viéndola porque su puesta en escena es sencillamente soberbia, bordeando el prodigio en los movimientos de cámara a través de la amenazante selva, siempre al servicio de la máxima espectacularidad. Esa es su grandeza y también su condena, porque no hay mucho más, o tal vez sí: filmar creíblemente la inmensa capacidad del ser humano para comportarse cruel y primariamente y disfrutar hasta el paroxismo. Las escenas de sacrificios rituales de cientos o tal vez miles de víctimas son sencillamente escalofriantes. La textura y apariencia de la muerte irracional sobrecoge. No hace mucho tiempo que incorporé a este diario (treinta de enero) exactamente la misma ceremonia, contada por Michel Onfray, en Decadencia (ahora me pregunto si Onfray utilizó para su libro la descripción que hace Gibson o ambos han recurrido a la misma descripción de algún otro autor). El planteamiento de la acción está soberbiamente desarrollado en un crescendo pleno de fuerza e intriga. Innecesario el guiño de militante cristiano de Gibson, mostrando la llegada de los conquistadores españoles, con misionero incluido, como alternativa civilizadora al salvajismo sangriento de los indígenas. Gruesa metáfora, por muy histórica que fuera. Sin embargo, al otro lado, como entrañable sutileza, Gibson incluye una reunión en torno al fuego del poblado para oír las historias que cuenta un anciano de la tribu. Bellísimo momento. Asombrosas las caras de los indígenas, tatuajes y vestuario. Todo un prodigio de casting, escenificación y maquillaje. Muy estimable película de aventuras en un escenario natural e incluso histórico, plásticamente espectacular.