…bajorrelieve en el juego de pelota de Chichen-Itzá, representa una decapitación de un posible jugador, que arroja sangre copiosamente por el corte…
VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Madrid:
lunes veintinueve, por la mañana
Dormimos durante la noche del domingo en el avión.
Aterrizó con veinte minutos de adelanto.
Cuando todo parecía haber acabado estupendamente, nos tropezamos con un incidente imprevisto, molesto y absurdamente irritante.
Un incidente sin importancia pero que me provocó un monumental enfado.
En la recepción de viajeros de países extracomunitarios existen unas cabinas de reconocimiento facial y control de pasaportes.
Cuando te encuentras en la cabina metiendo el pasaporte por una abertura y mirando estúpidamente a una pantalla (sistema que suele fallar con frecuencia) las puertas de la cabina se cierran. La jodida máquina se bloqueó conmigo y Naty, que ya había pasado, se aproximó por si me podía auxiliar, justo en el momento que la puerta se abría.
El maldito sistema detectó a Naty, y como si ella fuera una amenaza peligrosa la puerta se cerró como un medroso molusco, dejándome dentro.
Justamente enfrente estaba la cabina del mentecato y grosero policía de turno que controlaba, o tal vez no tanto, el sistema.
Bien, este individuo, con una falta absoluta y total de cualquier sentido de la corrección y respeto a quien se debe (servicio a los ciudadanos, especialmente en caso de dificultades), se puso a abroncar a Naty, a voces, por haberse acercado. Naturalmente, nosotros no sabíamos de la mecánica subnormal de funcionamiento de esos artilugios.
Desde mi cubículo me encaré con el energúmeno gritándole como estaba haciendo él y diciéndole: -que gente como él, cuando les colocaban un uniforme, se creían en el derecho de atropellar groseramente a quienes tenían que auxiliar-.
Él me contestó a gritos también. Un lamentable espectáculo.
Por si fuera poca la incorrecta estupidez prepotente del muchacho uniformado, dijo: –que los españoles éramos los peores-, dando a entender, claro, que éramos los más torpes y tontos del mundo o algo parecido (o al menos nosotros, que a sus ojos, devaluábamos gravemente a la población española).
Como venganza, el repulsivo individuo me mantuvo encerrado en la maldita cabina unos minutos, mirándome retadoramente, con la intención de humillarme o que reaccionara y le diera motivo para detenerme o yo qué sé.
Pensé en presentar una reclamación por trato ofensivo e inapropiado (se supone que no solo están para controlar, sino también para ayudar a los usuarios y, desde luego, nunca para gritarles y ponerles perdidos de babas), pero no lo hice por no asumir las molestias y la pérdida de tiempo que habría supuesto, y porque seguro que nos habríamos tropezado con el siguiente gilipollas del escalafón. No obstante, después pensé que debí hacerlo…
P.S.: la fotografía de hoy, de un bajorrelieve en el juego de pelota de Chichen-Itzá, representa una decapitación de un posible jugador, que arroja sangre copiosamente por el corte y que, más que probablemente, había hecho menos méritos para perder la cabeza que el mil hombres uniformado que nos abroncó…