"La ciudad de Cuzco, que fue otra Roma en aquel imperio”. El Inca Garcilaso de la Vega

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Cuzco, (Perú)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2019-04-19
Referencia
8972

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo uno: Aguas Calientes (Perú),
tres de febrero, domingo
XVI
Hice como si desconociera lo más elemental: así pudimos dedicarnos al placer social de la conversación”. Peter Handke

En la estación nos esperaba un conductor que nos llevaría de vuelta a Cuzco por carretera. Resultó ser un hombre simpático y comunicativo, con una conversación incesante. También era agente turístico, según nos contó. Carreteras en obras que nos avocaban a alternar asfalto y tierra constantemente. Atravesamos algunos pueblos fantasmales en la noche. En otros, algo más populosos, todavía había alguna gente en las calles. Lo único significativo de ese largo viaje, de ochenta kilómetros pero de casi dos horas de duración, fue que el conductor y yo hicimos un repaso general a la situación política de su país y el nuestro, cuestiones históricas, sociales y hasta de fútbol hablamos. Naty, astutamente, decidió abstenerse de tan exigente esfuerzo. Su incesante parloteo fue agotador (el mío también me cansó mucho). Al entrar en Cuzco nos asesoró sobre posibles visitas a museos y conventos que podríamos hacer al día siguiente. No le hicimos mucho caso. Llegamos al Hostal Amaru a las diez y media, más o menos…

COROLARIO: En nuestra conversación concluimos que teníamos mucho en común en cuanto a la realidad política de ambos países. La corrupción brutal y generalizada en ambos lados: ellos, especialmente con Fujimori, y nosotros con todos, sin excepción, unos más que otros, pero todos despreciables, deshonrosos e inmorales. Vulgares e infames delincuentes.

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Cuzco (Perú)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD PAN F 50
Fecha de diario
2020-02-18
Referencia
9089

DIGRESIÓN ONCE. El héroe discreto, de Mario Vargas Llosa (2013). Ebook, Penguin Random House, (2016).
Últimamente me ha dado por leer a Vargas Llosa. Afortunada decisión por mi parte. Es un hombre con una inconmensurable capacidad para crear literatura, para manejar profusamente el universo de las palabras en español, ya sea ensayo o ficción, además de articular ingentes datos que previamente ha recopilado en serias y exhaustivas investigaciones, como en sus obras de perfil biográfico, histórico o sociopolítico (La fiesta del Chivo, Tiempos recios, El sueño del celta). Cuando se adentra en la pura ficción, como es el caso de esta novela, es capaz de hacer que la lectura se convierta en adictiva, desplegando un entramado de intrigas que se mezclan, van y vienen plenas de matices sobre la naturaleza humana. En este caso, además, sitúa la trama en el Perú profundo, tan conocido para él, y hace que los personajes vivan y se expresen con un lenguaje propio repleto de modismos locales, divertidos, chispeantes. Las historias paralelas de dos empresarios, el pequeño transportista de Piura, Felícito Yanaqué, y el gran empresario de Lima, Ismael Carrera, avanzan mezcladas y lejanamente conectadas en una creciente intriga y, finalmente, concluyen plenamente insertadas la una en la otra. Los personajes que los acompañan: arquetípicos de la cultura y contexto peruano, meticulosamente construidos. La historia contiene un matiz ético y épico, siempre presente en el Vargas Llosa que voy conociendo, como el hecho de que toda la historia se articule en torno a un principio moral que transmite el gigante que fue el padre de Felícito a su hijo: “Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo. Este consejo es la única herencia que vas a tener». Además de inculcarle un titánico e inconmovible sentido del esfuerzo y el trabajo honesto. Se podría decir de esta novela que es ejemplar (probablemente, algunas más de la novelas de Vargas Llosa se podrían denominar con esa clásica definición de “ejemplares”, pero eso no lo sé porque solo he leído una pequeñísima parte de su obra). Solo un reproche, quizá por un tonto prejuicio cultural que no terminaré de erradicar nunca, me temo: todo acaba bien, demasiado bien, me parece.

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Cuzco, (Perú)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD DELTA 3200
Fecha de diario
2019-04-04
Referencia
9013

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo uno: Cuzco (Perú), uno de febrero, viernes
I
Me resulta curioso que todos los recelos e incertidumbres que me provocan los lugares desconocidos, como hombre medroso que soy, desaparezcan una vez que llego.

Llegamos a Cuzco a las diez de la mañana hora local. Nos recogieron en el aeropuerto y nos trasladaron a la ciudad. Una vez que dejamos las maletas en la habitación del hostal Amaru (céntrico), salimos a dar una vuelta por las inmediaciones. A la una y media habíamos quedado con una guía que nos llevaría hasta el grupo en el que tendríamos que integrarnos para hacer una visita turística por la ciudad y alrededores. Comenzamos en la catedral de la Virgen de la Asunción…

COROLARIO: “Así habían llegado a Cuzco las primeras noticias de los extranjeros. Y desde entonces, Huayna Cápac sospechaba que la profecía que decía que solo doce Incas reinarían sobre la tierra y que los expulsarían gentes venidas del mar, era cierta. Pues él, Huayna Cápac, era el undécimo de su linaje”. Conquistadores de lo imposible.  José Ángel Mañas

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Cuzco, (Perú)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 400 (800)
Fecha de diario
2019-04-20
Referencia
8995

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo uno: Cuzco (Perú), cuatro de febrero, lunes
XVII

“La ciudad de Cuzco, que fue otra Roma en aquel imperio”. El Inca Garcilaso de la Vega

Teníamos el día libre en Cuzco. No habíamos preparado ninguna visita. Salimos del hostal a las nueve, quizá algo antes. Nos dirigimos a la Plaza de Armas, que paseamos en varias direcciones sin saber hacia dónde dirigirnos. En esos casos, siempre hacemos lo mismo: callejear todo el tiempo, esperando a que se nos ocurra algo, o que el azar nos sorprenda. Optamos por una calle que nos llevó al mercado de San Pedro, que visitamos. Se trataba de una gran recinto donde, por zonas, se vendían los productos habituales de este tipo de mercados populares: productos de huerta, carne, chucherías, artesanía, y sobre todo comida cocinada in situ, donde se agolpaba mucha gente que consumía caldos con arroz y diversos trozos de carne o de pollo, y otros guisos en los que apenas reparamos y mucho menos identificamos. Todo tipo de productos a la venta, en gran abundancia y variedad. Compramos caramelos y alguna otra cosa que ahora no recuerdo. Salimos y continuamos callejeando por distintas calles. Volvimos a la Plaza de Armas, todo seguía igual allí, quizá con algo más de gente. El clima nos acompañaba: buena temperatura, sol y nubes que proporcionaban una excelente luz fotográfica; el problema es que no había motivos propios de las cámaras. Todo demasiado previsible, a pesar de tratarse de un ambiente urbano lejano. Seguimos caminando por calles y calles, sin ton ni son. Pero el déjà vu tan conocido en estas ocasiones resultaba tranquilo y plenamente estimulante

COROLARIO:  “A todos les alegró encontrar el Cuzco en tan buen estado. Al librarse la batalla entre pizarristas y almagristas en el llano de las Salinas, no había sufrido demasiado. Las mujeres de largos cabellos y los varones quechua hacían la misma vida que en tiempos del Inca. Sin embargo, la ciudad se había transformado. Los edificios principales estaban ocupados por castellanos y entre las casas de la antigua población se construían otros de aires renacentistas para los nuevos señores”. José Ángel Mañas

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Copacabana (Bolivia)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2019-04-23
Referencia
8975

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo dos: Lago Titicaca, Copacabana (Bolivia),
cinco de febrero, martes
I
La primera parte del viaje quedaba atrás: Perú. La experiencia había sido magnífica, sin duda. Teníamos la sensación de no haber apurado al máximo todos los sitios por los que habíamos pasado. Probablemente por falta de tiempo. No sé. Tampoco tengo claro si estar el doble de tiempo, solo eso, el doble, habría sido significativo. Otra cosa sería vivir en Perú tres meses. Quizá tres meses estaría bien, pero no tenemos medios ni tiempo para esos dispendios.

La noche en el autobús de viajar lejos transcurrió tranquila; habíamos tomado media pastilla para dormir, que nos hizo efecto. Además, los asientos reclinables (parecidos a los de los aviones de clase preferente) eran realmente cómodos, aunque cama no eran. En el autobús viajaban mochileros y coreanos. También lo hacía un hombre boliviano, de edad indefinida (en torno a los sesenta años), de esos que a mí me maravillan por ser y estar en las antípodas de mi manera de ser y estar; y que al mismo tiempo detesto, precisamente por lo mismo. Sí, son de los que tienen una iniciativa abrumadora, de todo hablan, de todo saben y no tienen ningún pudor de exhibir sus inagotables “habilidades y conocimientos” en un tono de voz de primer actor. Organizó la vida de la travesía con determinación y seguridad (apagar o encender la luz, indicaciones a los desorientados, charlas sobre ciudades y cosas así). Parecía un cura con una gran cartera llena de papeles (seguro que eran sermones) y hacia el final del viaje se comió una gran mazorca de maíz cocida. Iba hasta La Paz, según se encargó de dejar claro al resto de viajeros. Despertamos cuando llegamos a Puno, muy cerca de la frontera con Bolivia. Nos bajamos en la estación de servicio para estirar las piernas. Aún nos quedaban tres horas de viaje, la mayor parte bordeando el lago Titicaca. Fernando Pessoa: “los viajes son los viajeros”. Mientras me empeñaba en encontrar matices de luz en el lago Titicaca, frustrado por no poder parar y quedarme toda la mañana en la orilla, un joven coreano, cerca de mí, no levantó la vista de la pantalla de su móvil en todo el tiempo, ocupándose furiosamente de un videojuego, me pareció. Ambos viajábamos a la misma hora y en el mismo espacio, pero nuestros viajes no eran los mismos. Finalmente llegamos a la frontera a las 11:30 de la mañana, hicimos cola en un descampado para acceder al puesto fronterizo. Llovía. Llegamos a Copacabana a las doce y media. Allí nos esperaba Reinaldo, el encargado de guiarnos durante la estancia en el lago. Era un hombre en la cuarentena, alto, fuerte, de piel oscura, indígena. Nos acogió afablemente y nos llevó a comer a un restaurante de la ciudad, en una calle ancha, larga y en ligera pendiente, que miraba al lago…

COROLARIO: Cuando se hizo de día llovía. La carretera discurría bordeando el lago Titicaca. En algunos momentos, entre nubes, aparecía el sol que creaba unos matices de luz sobre el agua memorables. La mayor parte del recorrido, las nubes acariciaban el agua con unas tonalidades de gris, tanto en el lago como en las propias nubes, de una emocionante belleza. Obviamente, desde el autobús en movimiento, no eran posibles las mejores fotografías. No hice ninguna.

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Potosí, (Bolivia)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2019-06-24
Referencia
9233

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo seis: Potosí (Bolivia),
trece de febrero, miércoles

X
“Uno no puede separarse de su ser, que nos habita y nos persigue como una sombra inseparable. En los viajes, ese ser quiere y ve, manda y decide. No se despoja uno, como si se tratara de una piel o de una muda, de los oropeles de nuestra cultura y nuestra civilización”. Michel Onfray

De vuelta al centro de la ciudad, donde estaba nuestro hotel, decidimos dar una vuelta hasta la hora de comer e intentar algunas fotografías del ambiente de la ciudad. Callejeamos según nuestra costumbre y sí, algunas fotografías realizamos, aunque ninguna sorprendente. Visitamos los mercados populares (un dédalo de estrechos pasadizos con multitud de pequeñas tiendas que se extendían a través de pasillos profundos y umbrosos). Las calles estaban llenas de gente, especialmente niños que salían de los colegios. Todos uniformados. Después de un rodeo, volvimos al café de la plaza donde estuvimos la tarde anterior, a comer algo rápido (una ensalada y unos bocadillos). A las tres teníamos previsto una visita a la Casa de la Moneda. En el museo se exhibían las industrias que montaron los españoles en el siglo XVI para acuñar monedas (el virrey, Francisco Álvarez de Toledo ordenó cerrar la de Lima y construir la de Potosí, dado que era el sitio mismo de donde se extraía la plata). Sumamente interesante, tanto por la arquitectura del edificio como por las ingeniosas máquinas de aparatosa apariencia construidas en madera y hierro. A las cuatro y cuarto volvimos al hotel a recoger las maletas. Partíamos a las cuatro y media hacia Sucre. Estaba previsto que nos recogiera un taxi. Llegó puntual. Cargamos y partimos. Teníamos ciento cincuenta kilómetros por delante…

COROLARIO: Resultaba curioso para mí sentir una especial conexión entre esa ciudad y la mía, ya que Potosí fue la ciudad emblemática de Carlos V en los territorios conquistados y, al mismo tiempo, Toledo fue la capital del imperio entre 1519 y 1561, intervalo en el que se fundó Potosí (1545).

"Qué podemos aprender de las civilizaciones que han fermentado demasiado si no es a morir?" E. Cioran

"Le acongojaba la ceguera de las estatuas". Juan Antonio Masoliver Ródenas

Vi como construían esta empinda cuesta y he transitado por ella miles y miles de veces…

"Pero donde hay conciencia hay melancolía". Cesar Antonio Molina

"Pero nadie podrá conocer una ciudad si no la sabe interrogar, interrogándose a sí mismo". José Cardoso Pires

"Las estatuas sueñan con que llegará un día en que serán de carne y hueso,…". Rafael Argullol