"El hombre se adentra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio". Rabindranath Tagore
LA CIUDAD MELANCÓLICA II (o donde habitan los dioses de la paz eterna). Caminábamos por una calle larga, de mediana anchura, en la que el tráfago hacía muy difícil avanzar. Procuré concentrarme en lo inmediato, lo más cercano, como en estas personas que caminaban delante con determinación, como si en algún lugar les estuvieran esperando para hacer algo transcendente que solo ellos sabían y podían hacer…
LA INDIA QUE YO VI (3.21). Me llamó poderosamente la atención en India que nadie estuviera solo; todo el mundo se relacionaba en los espacios públicos. Relaciones entre gentes con vidas aparentemente similares. Esa impresión tuve. Si esa percepción es cierta, lo más probable es que no tengan sensación de desgracia propia, ya que todo parecía compartible y comunicable. Solo la enfermedad y el dolor, siempre intransferibles, podrían hacerles sufrir. En sus maneras sociales no me pareció que hubiera margen para el aburrimiento porque no había soledad en sus vidas. En mi infancia, y durante cortos periodos de tiempo, fui inmensamente feliz viviendo en dos habitaciones de no más de veinte metros cuadrados, sin agua ni luz eléctrica, porque tenía cerca a otros niños que vivían como yo. “El hombre ama la compañía, aunque sea la de una vela encendida”. Georg Chistoph Lichtenberg (…)