Memoria de un viaje alimentado por afectos y días felices…
M. Era un hombre leal a sus amigos y poco dado al artificio. En sus relaciones empeñaba su palabra: era fiable. No le preocupaba la cultura, su cuerpo y sus necesidades físicas constituían el centro de su mundo, pero discretamente, sin turbias carcajadas.
Dudosa prueba de la veracidad de la hipótesis de ayer. Sé que estuve allí aquella tarde y la fotografía está en mi archivo; sin embargo, la postura que adopto volviéndome hacia la cámara no la reconozco como mía (sí la de ayer, con la cabeza ligeramente hundida entre los hombros). Era yo el tipo que se ha vuelto y mira hacia la cámara?. Soy ahora el que fui entonces? Quien sólo me conozca de ahora no podría afirmarlo con certeza. «¿Cómo puede uno demostrar quién es en realidad?. Yo no soy capaz de hacerlo». (No soy Stiller. Max Frisch). Hice algunas fotografías más aquella tarde que aparecieron en esta web en el diario de Noviembre de 2005 y que pueden esclarecer algo el caso; aunque sólo relativamente, porque son imágenes de hace veinte años interpretadas ahora y que dentro de veinte tendrán una lectura diferente. Ya se sabe, el viejo axioma del recuerdo del recuerdo del recuerdo, y así hasta la confusión total.
L. Era fiel a sus amigos y un poco menos a sí mismo. En contraste con M., era sentimental y cariñoso, buscaba el amor y siempre estaba dispuesto a prestar ayuda y consuelo. Le preocupaba más su cabeza que su cuerpo y eso le ocasionaba ciertos problemas que siempre afectaban a su cabeza. También era un hombre fiable y amigo de sus amigos. Tampoco se reía a carcajadas y eso me gustaba.
El tercer día fue sábado. No sé lo que hicimos por la mañana. Por la tarde paseamos por la playa de Caparica. La temperatura era muy agradable y la luz espléndida. Esta fotografía la hizo mi amigo L., yo estoy a la derecha aunque ahora no estoy seguro de ser el mismo que aparece en la fotografía. No obstante, puedo intentar demostrármelo; es más, se me está ocurriendo intentarlo mañana, aunque sólo podrían ayudarme los que me conocieron en aquella época y esos no creo que recuerden cómo era físicamente entonces, y yo, desde luego, tampoco. Qué sería de las biografías fotográficas sin el incierto pie de foto?.
MIS AMIGOS V: M. Es el hombre que camina a la izquierda. Serio y reservado, se abstraía con frecuencia. Hablaba lo justo y casi nada sobre sí mismo. Las mujeres y él se gustaban y deseaban; era muy contenido en la forma, casi displicente, y sin embargo despertaba ardientes deseos que le demostraban con frecuencia. Preparaba sus encuentros con discreción, siempre a última hora de la noche (madrugada) nunca antes, hasta ese momento el tiempo era para sus amigos; desaparecía sin decir con quién se iba. Nunca alardeaba de nada y tampoco contaba detalles de sus numerosos encuentros eróticos (supongo); su elegancia consistía en no poner nombre a la carne con la que se mezclaba.