“Las ciudades, para mantenerse vivas, deben permanecer abiertas, en funcionamiento real, no ficticio como si fueran teatros". Wiel Arets
DIGRESIÓN DOCE. Sweet and Lowdown (Acordes y desacuerdos). EE.UU. (1999). Guion y dirección: Woody Allen. Música: Jazz (varios autores). Intérpretes: Sean Penn, Samantha Morton, Uma Thurman, Anthony LaPaglia, James Urbaniak, Daniel Okrent, Kellie Overbey, Woody Allen, John Waters, Brian Markinson. Creía que había visto todas las películas de Allen pero no, ésta no la conocía. Por suerte, nos tropezamos con ella porque fue un inmenso placer verla. Nos acercamos peligrosamente al final de su carrera y, máxime ahora, que está teniendo problemas de financiación a partir del boicot que está sufriendo por un supuesto acoso sexual hace años, que ni siquiera sé a quién fue. Si no vuelve a rodar será una inconsolable pérdida, al menos para mí. Sean Penn está sublime como Emmet Ray (personaje de ficción), guitarrista de Jazz que se parece mucho a Django Reinhardt al que admira hasta el desmayo. Una vez más, Woody construye una historia genial, repleta de homenajes musicales al jazz de los años treinta, con unos personajes luminosos y oscuros al mismo tiempo. Emmet Ray se desdobla y en ambos lados refulge, en la brillantez con la que se muestra glamuroso y brillante en los escenarios como guitarrista, y también en la oscuridad de sus instintos y adicciones. Penn dota al personaje de una credibilidad y textura interpretativa fascinantes. El resto, especialmente Morton y Thurman, están espléndidas como figuras secundarias girando y girando en torno a Penn. Historia de Allen pura, con sonrisas, brillantez, luces y sombras.
En mi estudio siempre está sonando una emisora de radio que emite música clásica aleatoriamente; nunca sé lo que vendrá después y eso me encanta: disfruto azarosamente. Mi estudio tiene amplias ventanas abiertas al este, oeste y sur; sin embargo el norte está cerrado. No hay mensaje sobre esta circunstancia. Mi única conexión con el mundo exterior, salvo la que me proporciona la música y la literatura, es un pequeño vicio virtual que consiste en mirar a intervalos regulares (cada dos horas, más o menos) las visitas a este sitio web y desde qué lugar del mundo se han asomado (sólo veo la ubicación geográfica, la información no llega más allá; aunque me encantaría curiosear en la vida de los visitantes, pero, lamentable o afortunadamente, no es posible). Mi entretenimiento virtual se acaba enseguida; las visitas son escasas, pero casi a diario hay breves visitantes desde lugares remotos: Oklahoma, por ejemplo. Me pregunto qué puede pensar alguien que vive en Helsinki de lo que ve en esta web, si es que ve algo. No lo sé, porque nunca lo dicen y, además, prefiero que sea así, porque en caso de que se pronunciaran tendría que poner persianas en mis amplios ventanales al este, oeste y sur (en el norte sólo tengo libros).