Los bañistas resultan muy graciosos…e incomprensibles…
DIARIO DE VERANEO.
Un día de agosto cualquiera: me levanté temprano y salí a merodear por los alrededores del agua, a pleno sol. Los veraneantes (o bañistas) se iban aproximando a los lugares habituales de sus actividades rutinarias y supongo que placenteras (para ellos).
Luego llegaron más veraneantes (o bañistas). Parecían contentos disfrutando del chapoteo, ajenos a los oscuros abismos que yo imaginaba se abrían justo debajo de ellos. Tampoco parecían darse cuenta de que a su alrededor nadaba una multitud de silenciosas y venenosas medusas. Se mostraban insensibles a todo lo que yo estaba percibiendo, menos mal que tenía mi cámara para demostrarlo. O acaso, mirando esta fotografía, no se ve claramente que la superficie fría del agua parece encubrir a criaturas innombrables? Quizá es que mi cámara y yo éramos medrosos y asustadizos y los bañistas (o veraneantes) gente arrojada, despreocupada y feliz. Nos separaban una centena de metros, pero creo que nuestros mundos se encontraban muy alejados, en frecuencias diferentes.
El sol estaba alto, en su sitio, aunque emitía una luz velada fantasmal. Los bañistas (o veraneantes) cumplían con el guión; yo, también. Vestido y a la sombra, espiaba curioso sus movimientos y de vez en cuando fotografiaba. Podía imaginarme con horror las sensaciones que tendría si estuviera en su lugar: el agua aguijoneando mis carnes aprensivas y una sensación de ahogo y pavor al sentir, debajo de mi cuerpo aterido, una inmensa oscuridad poblada de seres malignos que podrían tirar de mí hacía las simas que habitan y no dejarme salir jamás.
Seguimos a vueltas con el estilo: hacer las cosas de una manera coherente o más o menos parecida es uno de los síntomas más evidentes de que el artista en cuestión cultiva un estilo. Al público le complace mucho reconocer la obra de un autor aunque no hayan visto la firma, se dicen orgullosos: esa fotografía es de Mapplethorpe, o de Diane Arbus, o de Adams, o de Witkin, o de Chema Madoz (esas sobre todo) y sienten que forman parte del «rollo», que están «enterados» y que saben de que va la «cosa». Menciono estos autores (hay muchos más) porque su estilo es paradigmático. Supongo que se han sentido y se sienten cómodos con su paradigma; a mí, sin embargo, me asusta la tiranía del estilo.