Eran tiempos de impulsos apasionados, incontenibles y hasta bellos. También misteriosos porque no sabía de dónde venían…
En la experiencia y la memoria todo se mezcla y relaciona. Antes o después llega la necesaria expresión.
Esto se ha acabado (el año). La razón de que todos los años me ocupe de estos días de finales y principios (mañana), aunque no tenga demasiado sentido porque el tiempo es una ficción que no sabe de calendarios, es porque después de todo, sirve para calcular cuanto nos va quedando. AÑO. Un periodo de trescientas sesenta y cinco decepciones. Ambrose Bierce. Llevamos unos días en compañía de Bierce y me gusta terminar el año con él. Estoy de acuerdo en que cada día que pasa es una decepción porque nos acerca al final (no sé por qué lo decía él), sin embargo, yo creo que hay días que merecen la pena, todos aquellos en los que uno lo pasa bien; y esos puede que también sean una decepción, pero menos, muchísimo menos.
…Dos, viradas al Cloruro de oro (ayer) y una en azul (hoy). Las nuevas cajas las he precintado, rotulado y guardado en un armario. En muchos casos esta epifanía doméstica ha supuesto localizar negativos y escanearlos; además de anotar cuidadosamente las características de la copia en la base de datos. Orquestar este réquiem ha absorbido demasiado tiempo del poco que me queda. El lado supuestamente positivo, es que han aflorado cerca de trescientas imágenes ocultas o dormidas. No me engaño, sé que esta engorrosa e inútil tarea ha supuesto un reencuentro y una inevitable despedida; como con los viejos amigos que te encuentras por casualidad, con los que se celebra una apresurada ceremonia: saludo afectuoso que te entibia un poco el ánimo y despedida apresurada que alivia la incomodidad de lo imposible. Las dichosas cajas sólo son un nuevo sudario, definitivo ya. Mi caso se parece al de un personaje de Exploradores del abismo, de Enrique Vila Matas: «Lo que pintaba no interesaba a nadie, y un día me cansé y me pregunté por qué pintaba y sobre todo por qué quería interesar a alguien – ¿Y sabes lo qué hice ? Me retiré. Y luego seguí pintando, como si no hubiera pasado nada». Este individuo dice haberse retirado de la actividad física y específica de pintar y seguir haciéndolo mentalmente. Claro, estaba algo perturbado. Por mi parte, para evitar ese riesgo, seguiré con la terapia ocupacional de contar copias fotográficas y manejar mi cámara; pero eso sí, también retirado.
Siempre he pensado en la importancia de la «experiencia justo a tiempo«. No es lo mismo haber leído a un autor importante antes que después, cuando ya es demasiado tarde. Me gusta conocer la biografía lectora de las personas que me interesan, para así saber más de ellas; las lecturas nos matizan y diferencian. Estoy lleno de agujeros por la ausencia de lecturas y ya no conseguiré taparlos. Quizá hubiera sido otro si en mi adolescencia hubiera leído a los clásicos, o más filosofía y, desde luego, algo de poesía; pero las cosas me han salido así.
…El tal Huan, artista-concepto dice «mis obras no pueden ser comprendidas desde el punto de vista occidental»; menos mal que siempre nos quedará la «alianza de civilizaciones», para intentarlo. Tendría gracia que me fuera a Oriente, con una fotografía como la de hoy y les dijera muy serio: «vosotros no podéis comprender esta fotografía; sólo yo puedo hacerlo» y, muy impresionados por mi lucidez y su torpeza, expusieran mi obra en Pekín y me aplaudieran hasta la náusea. Apuesto que no; que los chinos no son así, seguro. Las manifestaciones de Huan me gustan mucho, son atrevidas y desenvueltas, sin complejos, dice: «sólo yo puedo comprenderlas (sus obras), y a veces incluso yo mismo no sé lo que estoy haciendo». Viendo lo que haces, no lo dudo Zhang, a mi me pasa lo mismo, pero lo mío sólo es porque me faltan los conceptos, por eso luego escribo, a ver si así me entero y de paso los encuentro. Fin del TEMA-CONCEPTO.