El sinsentido de los afanes polvorientos…
Aunque no tuve grandes ambiciones, uno de mis sueños era tener un negocio propio que tuviera que ver con la cría de animales. Siempre los había tenido cerca y se me daban bien, además me gustaban y el asunto de negociar y ver lo que se podía ganar me tentaba. Se lo contaba a mi mujer: la hablaba de cerdos, ovejas, caballos, en fin cualquier animal que se pudiera criar y luego vender. Ella, con un sentido más prudente de las cosas se negaba en redondo, discutíamos y todo quedaba en nada. Lo cierto es que siempre hicimos lo que ella decidía y ahora creo que, al menos en lo de los animales, por fortuna; probablemente no tenía talento para los negocios, aunque nunca quise reconocerlo.
Pienso en mi, en esta fotografía, en las de los dos días anteriores y en las de los próximos días. Creo que ellas y yo formamos una unidad indisoluble. Siento una gran tristeza, una PELIGROSA tristeza y sólo me apetece positivar estas fotografías, también tristes y desfallecidas, como yo. Ellas y yo estamos abocados a la muerte y al olvido, pero en su caso es más triste, porque son bellas y morirán antes de haber nacido como objetos reales. Su futuro depende de mí; pobres, no se lo merecen porque, antes o después, las destruiré físicamente. Yo y sólo yo, o en quién delegue podrá hacerlo. Sobre ellas se ha dictado sentencia: han sido condenadas a «no existir«.
«Otra es oscura…? Huele a miseria y contiene una penumbrosa humedad que se pega a la piel y te traspasa. La luz forma un círculo en las entradas de las grandes estancias, luego se ensombrece poco a poco y los objetos esparcidos por el suelo van perdiendo los contornos hasta convertirse en bultos sospechosos. Avanzo con cuidado, intentando reconocerlos y la aprensión y el susto me van empequeñeciendo…. Cuando llego a la mitad de la nave no puedo continuar, no veo lo que tengo delante y la sombra se va cerrando a mi espalda.»
DIGRESIÓN SEIS. Kiki, el amor se hace (2016) Director: Paco León. Guión: Paco León y Fernando Pérez, Intérpretes: Paco León, Ana Katz, Belén Cuesta, Natalia Molina, Alex García, Candela Peña, Luis Bermejo, Mari Paz Sayago, Alexandra Jiménez. Divertida y desinhibida película donde Paco León muestra una magnífica, lúcida y sensata, a la vez que vital, manera de entender, afrontar y resolver las contradicciones que suscita el deseo sexual. Sospecho que hay pocas personas que sientan su deseo del modo habitualmente entendido como «normal» (como manda la santa madre iglesia), a no ser que estén aquejados (o no) de una anodina falta de singularidad. El modo de vivir el sexo marca de algún modo la personalidad, creo, aunque ahora no sé muy bien cómo. Lo único que me parece evidente es que vivir y practicar sexo siempre será válido, se haga lo que se haga, siempre y cuando no se inflija daño a nadie. Al parecer existen y están descritas multitud de lo que se vienen a llamar filias sexuales (lo he visto en Wikipedia) pero, en el caso de esta película, Paco León solo utiliza cuatro o cinco para desacralizar la –normalidad- sexual y lo hace con fluidez y gracia. Las cinco historias de amor y sexo se suceden e intercalan a lo largo de la película y el conjunto resulta gozoso. Hay filias muy divertidas e inocentes como la Coreofilia: atracción por el baile erótico; o la Crurofilia: atracción por las piernas (a la que podría apuntarme) e incluso la Eufilia: atracción por las buenas noticias pero yo no tengo ninguna de ellas y, mucho me temo, que ninguna otra. Menudo rollo. Quizá me sienta un poquito motivado por las puestas en escena exhibicionistas, como las anunciadas en la puerta, la de la foto, pero levemente, porque no siento pulsiones irresistibles ante el cuero y el látex, por ejemplo. A mí me interesa y mucho el sexo en general pero no soy especialista en nada, ni tengo filias, ni nada que me defina especialmente (que yo sepa). Soy un heterosexual corriente, vamos. Pero muy motivado con el asunto. De cualquier modo, solo estoy hablando de una estupenda y divertidísima película, y apenas de sexo.
«La desesperación es el sentimiento que nos embarga cuando mueren los seres que hay dentro de nosotros». Norman Mailer