El secreto está en la forma…
…La fotografía elegida de la sesión del diecisiete de Marzo, ya la mostré hace días. La de hoy es del veintidós, también de Marzo. Me gustaría saber si el rumbo que sigo me llevará a algún sitio. Lo que hago me lo dicta el instinto y la competencia/incompetencia. Lo que más o menos entreveo es que las piezas que voy colocando pacientemente me aluden inexorablemente. Sin embargo, no acabo de entender por qué. Soy un diletante desorientado; o más bien un constructor de quiméricos castillos en la niebla. Una sospecha: tengo la impresión de que no seré capaz de completar un discurso fotográfico sólido y coherente. No importa; quizá el juego consista precisamente en eso: no llegar a ordenar nunca el fatídico desorden. Que todo, finalmente, resulte un pequeño Caos sin razón ni finalidad…
…Sí, porque el lugar es lo de menos. Solo un pretexto. Y las personas que accidentalmente aparecen, también. No me importa la gente, salvo como figurantes o extras inadvertidos y porque, al fin y al cabo, también están en este mundo, como yo. No soy antropólogo y, puestos a ser, casi que preferiría la entomología. Sin embargo, las gentes, a veces, me ofrecen estupendos pretextos para fotografiar o me ayudan con su anónima presencia a narrar algo, que casi nunca tiene demasiada importancia. O ninguna, porque mis composiciones múltiples, que se supone que son narraciones, por lo del desarrollo secuencial, nunca dicen nada. Como hoy, en el que para ilustrar al fugaz y vertiginoso ciclista tuve que esperar muchísimo tiempo, pero es que claro, solo el dibujito de la bicicleta sin ciclista real, por muy movido que esté, no es lo mismo. No acerté del todo en el tiempo de exposición, pero vale así, me parece…