Al filón aurífero ya lo habían abandonado… y la vida no era amable para nadie…
LOS DÍAS 32
Martes, diecisiete de Mayo de 2023
Ayer, mientras cenaba, comencé a ver una película (Oro, Gold, 2013) con indolencia. A medida que la veía me daba cuenta de que se trataba de una estupendísima road movie a caballo hacia el norte, a la búsqueda del improbable oro arrastrado por aguas turbulentas. Me felicité por mi golpe de intuición.
Toda una metáfora existencial en medio de una naturaleza demasiado grande e inabarcable para débiles, aunque indómitos humanos. Historias así me gustan, sobre todo porque, como en este caso, el cuento está despojado de insufribles complicaciones. Todo es sencillo y esencial en este relato naturalista. Los personajes, huyendo de oscuros pasados y provistos de una ensoñadora ambición, avanzan incansablemente con fuerza e instinto de supervivencia. La tarea heroica que asumen es excesiva para unos valientes pero desgraciados personajes que van pereciendo fatalmente. Me gustó mucho. Me fascinan esas historias, sobre todo cenando en un sillón frente a una pantalla grande de televisión, sin tener que montar a caballo, malcomiendo o soportando el mal olor de los sudorosos compañeros de viaje. Un gozo sedentario, como a mí me gusta, una vez que he renunciado a cualquier atisbo de épica en mi vida.
Hoy, me he despertado de madrugada porque cada día me acuesto y me duermo antes. Llegará un día en que seré una gallina.
Mi Charlie, que no se había acostado conmigo (mantenemos el régimen de habitaciones separadas), aunque en algún momento de la noche se viene a mi cama, le encontré mirándome fijamente mientras me desperezaba.
Nos hemos ido al campo y hemos vuelto (ambos renqueantes).
Pasaré el día sin pena ni gloria (no necesito de ninguna de las dos cosas).
La Fotografía: A la búsqueda del filón de oro, mitológico mineral que siempre ha tenido para mí la significación simbólica de lo imposible: lo que siempre se busca y desea pero que, afortunadamente, nunca se encuentra.
ALGO MÁS SOBRE FOTOGRAFÍA… Como en estos momentos no se me ocurre nada y necesito completar algún día más por el plan de edición que tengo, una cita de Julio Cortázar, que siempre pone luz allá dónde le coloques. Además, sobre fotografía entendía, cómo no: “Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros”.
Y LAS ÚLTIMAS DE ESTE MES del «fotógrafo-narcisista» (y absurdo): entró medroso en la derruida Venta. Unos azulejos sobre un arco de entrada recordaban el nombre del lugar, cuando aún estaba habitado, en el margen de una carretera ahora abandonada: Manantial Venta del Hoyo. El hueco de la puerta de entrada comunicaba con un pasillo, y de allí partía una escalera que ya no existía, hacia la primera y última planta, por lo que el «fotógrafo-narcisista» no pudo subir. Dependencias a ambos lados del pasillo y escritos a lápiz en las paredes, donde se daba cuenta de la vida «real» y cotidiana en esa casa hace más de sesenta años…
TODO EMPIEZA DE NUEVO…una de las razones por las que no he conseguido nunca llegar a ninguna meta significativa es porque no he vivido con objetivos. He ido deambulando por la vida sin ton ni son, solo entreteniéndome a medida que el tiempo pasaba y pasaba y de pronto siento que he dilapidado todo el tiempo con el que contaba. Mis contemporáneos, los nacidos en la década de los cincuenta, los aplicados claro, en este momento de su vida solo se dedican a recoger reconocimientos de sus abultados currículums. Pero, las gentes como yo, ni eso tenemos. Ni siquiera una triste hoja de papel donde apuntar dos o tres cosas y ya está, irrelevantes, desde luego. Por eso estoy obligado a pensar muy bien lo que hacer a partir de ahora, para que, por lo menos, me pueda ir con una cierta sensación de algo, por pequeño que sea…
DADÁ RUSO 1914-1924. No entraré, a estas alturas, a escribir de Dadá. Todo el mundo sabe de qué va Dadá, hasta yo sé un poquito. Sentía interés por ver cómo habían enfocado una muestra aparentemente paradójica ya que, por un lado, el alma de Dadá es transgresor y provocador y, por otro, la íntima relación de la revolución con el constructivismo, tan estructurado, resulta, al menos aparentemente, antitético al escandaloso Dadá. Tengo la impresión, y solo es eso porque no soy entendido ni en el ideario artístico de la revolución bolchevique (anterior a Stalin, es decir, leninista) ni en el constructivismo (Malevich y otros contemporáneos), de que en aquellos momentos de efervescencia revolucionaria todo valía y todo era aprovechable siempre y cuando tuviera el marchamo de -revolucionario-, o cumpliera con el ideario del cambio a toda costa. Las matizaciones vinieron más tarde, diez años después. En cuanto a la exposición en sí, a pesar de su indudable interés y calidad de muchas de las obras, Malevich, por ejemplo, resultó excesiva por la abrumadora reiteración temática y formal y por la disuasoria sobreabundancia de obras. Inabarcable y agotadora…