Toda la mañana buscando El Prater, acordándome de Orson Wells y lamentando mi mala suerte…
17 de mayo. Martes. 13:00. Comida de celebración del «prodigioso hecho de estar vivo». Preparación del postre. INGREDIENTES: ligeros, dulces y frescos (resultado muy fotográfico).
«El arte es el indicio o la evidencia de una metamorfosis, de un tránsito entre lo familiar y lo completamente inesperado».Antonio Muñoz Molina.
EL LIBRO DEL TIEMPO.
Circense. Introducción. No sé nada de circos, o más bien lo que sé no tiene ninguna relevancia: algunos tópicos y nada más. Me atrae su nomadismo siempre al borde del precipicio, la sensación de que han llegado a su última representación, a su último viaje; no sé de dónde vienen ni a dónde irán después. Parece imposible que puedan continuar con sus lentos vehículos, pero lo hacen, agónicamente, adelante, siempre adelante. He titulado esta serie como «circense» y me he equivocado; aunque mi pretensión fuera únicamente metafórica siento haberlo hecho porque respeto mucho su estilo de vida como para utilizar palabras e imágenes intrusas pertenecientes a un mundo muy alejado del suyo. Tampoco sé nada del tiempo circense, aunque quizá sí algo de quiméricas representaciones y eso ha hecho que me confunda, así que intentaré paliar el error lo mejor que pueda: respetaré el titulo pero me olvidaré de él.
Realicé esta fotografía porque me atrajeron mucho las figuras descoyuntadas que sugerían un mundo fantástico y épico, fabuloso y dramático. Naturalmente, no podía ser en otro lugar, las encontré en el Prater de Viena.
En la radio, un recitador dice: «ciudadanos, no podemos huir de la historia». Sigue discurseando porque son palabras de un político: Abraham Lincoln, en una obra de Aaron Copland. Según dice el actor-recitador-cantante, Lincoln era un hombre silencioso y melancólico. Me gustan los hombres así: yo mismo quisiera ser así. La música que acompaña a las grandes palabras sobre democracia y valores eternos, es ampulosa y enfática; la música de Copland a veces es así: teñida de un cierto populismo fácil. Yo huiré de la historia; o más bien será la historia la que no quiera saber nada de mí. La única frase que me gustaría que se escribiera sobre mí sería ésta: –supo divertirse-. Nada más, así de sencillo, pero ¡qué difícil es, maldita sea!
Comentario y libre interpretación de la noticia del diario El País del 12 Mayo 2005, pág. 42 de las páginas de LA CULTURA: el Señor Fontcuberta famoso artista-fotógrafo catalán, ha presentado su proyecto: Carpeta de fotografías de Pin Zhuang. Este último trabajo del insigne creador trata de la captura y posterior desmontaje, por parte de China, del avión de espionaje estadounidense EP-3. Es un importante trabajo multidisciplinar: DVD, libro de artista, maqueta (tipo puzzle) y algunas fotografías, supongo. Entre otras interesantes y conceptuales ideas el Sr. Fontcuberta habla de «perfomance diplomática» ¿divertido, no?. También nos abre inmensos horizontes de filosofía pacifista aplicada cuando dice «el avión queda convertido mediante la manipulación en algo inocente, desprovisto de su violencia militar intrínseca». Miro atentamente la fotografía del fotógrafo-artista, Sr. Foncuberta, que ilustra el artículo, recuerdo los muy diversos proyectos que ha llevado a cabo este señor y que he seguido (más o menos) a lo largo de su dilatada carrera, y no puedo evitar acordarme (aunque no hubiera querido que sucediera) de una cita de F. Nieztsche «Pulchrum est paucorum hominum (lo bello es cosa de pocos hombres)
La mujer justa, de Márai, novela de interpretación poliédrica, como todas las buenas historias. Lo que más me interesó fue la idea de la diversidad de imágenes que podemos proyectar y las interpretaciones de los demás, todas ellas distintas a la nuestra propia. Cada uno de los tres personajes ofrece en sus monólogos tres versiones diferentes de un mismo escenario y de los mismos protagonistas.
En una entrevista reciente a Paul Auster, éste afirmaba «Tenemos un cuerpo y eso lo sabemos. Podemos amar y odiar, ser adorables o crueles. Pero cuando actuamos de una forma, muchas veces no nos reconocemos. Y nos sorprendemos diciendo -parezco otra persona-» No creo que lleguemos a ser nunca y completamente como creemos ser y tampoco como los demás nos ven, casi siempre diferente dependiendo de quien observe. Todo gira, todo se mueve y cuando alguien se para unos instantes frente a nosotros tiene unos perfiles que, probablemente, cambiarán en la siguiente vuelta y así siempre, hasta el final.