Llegan momentos en lo que todo, todo, da igual…
BREVES OBSERVACIONES Y PROPÓSITOS SOBRE MI VIDA SOCIAL V:
Por si fueran pocos los inconvenientes, parto de ciertas insuficiencias: no soy sociólogo, ni politólogo, ni antropólogo, ni historiador, ni psicólogo, ni poeta, ni artista, ni humorista, y ni tan siquiera profesional de lo inconcreto, como los obispos; en fin, ni ninguna otra cosa que me facilite el objetivo de ocuparme en discurrir o analizar movimientos o comportamientos sociales o individuales. Luego no me será fácil enriquecer mi vida social y de paso alimentar mis inquietudes «artísticas». Por lo tanto, mi pretendido y temerario dinamismo social tendría que conformarse con aproximaciones a personas de mi barrio (o de cualquier otro, pero de ese tenor) que me contaran cosas de sus vidas, opiniones, creencias, ilusiones, disgustos y cosas así. Gentes con vidas tan normalitas como la mía pero, a ser posible, que no estén varados o muertos en vida.Y si me contasen vivencias inverosímiles, mejor que mejor, sería más entretenido…
…Días después, seguí pensando en el asunto del «Arte» y la «Contemporaneidad«, ayudándome de uno de mis autores de cabecera, como Félix de Azúa: «El arte contemporáneo es nuestro arte porque no cree en nada, no espera nada, no aspira a nada, no se propone nada, es nada, quiere ser nada, sólo puede querer ser nada, y se expresa como una nadería que baila graciosamente sobre un abismo al que contempla con el desprecio de los temerarios (no de los valientes), a semejanza de los adolescentes mudos, bañados de sudor y resignación, que se agitan en enormes recintos con un suelo alfombrado de psicotrópicos usados…». También la muestra Toledo Contemporánea (que tan poco me gustó porque me pareció un propósito posiblemente bien intencionado aunque fallido en el planteamiento; todo y nada es contemporáneo) parecía únicamente querer cubrir nominalmente un programa sin que los resultados importaran una mierda a nadie. Pero claro, según pude ver, el patrocinio era de la fundación de una entidad financiera y otras marcas, creo recordar, y con su dinero hacen lo que les da la real gana, por supuesto. Estaría bueno que no fuera así. Nada que objetar. Yo, por ejemplo, con el mío pagué la entrada. Nada que lamentar, porque tiempo perdí muy poco…»Ahora, poseídos por las instancias oficiales de la salvación, nuestra piel roza desnuda los ásperos muros de las instituciones administrativas, financieras, científicas o burocráticas, actuales créditos del simulacro de salvación. Así que el arte contemporáneo esta también dominado, almacenado, distribuido, pagado y controlado por las instituciones, único lugar en donde la palabra «salvación» conserva el derecho a ser utilizada aunque sea con la certeza de que es un simulacro» Félix de Azúa
Ella cantaba, creo que era un leader romántico. El o no miraba a nadie o al suelo; parecía avergonzado. Se encargaba de la tecnología y de recoger las monedas en un gesto rápido y avaricioso; como si estuviera robando sin ser visto. LLevaba zapatillas deportivas que podrían servirle para coger el dinero y correr.
…Hoy ya es seis de septiembre y el olvido empieza a cubrir todo lo visto o vivido en el viaje que tuvo lugar hace un mes. Demasiado tiempo. Podría recurrir a las fotografías, pero ellas nunca están concebidas para ilustrar nada que tenga que ver con la descripción de un viaje. Tampoco con la estúpida e irrelevante memoria del turista. Me desplazo a otros lugares para conseguir fotografiar desde la perspectiva de lo que me es desconocido y, por lo tanto, estimular la mirada hasta conseguir levantar la cámara a la altura de los ojos, porque sino, es que no. Lo que veo y fotografío en el viaje no pertenece al viaje, o mejor dicho, carece de identidad propia como localización (es por eso que no sitúo la toma en parte alguna). Las fotografías solo pertenecen a mi mirada. Los escenarios son circunstanciales e intranscendentes…
…Sí, ofuscado y renqueante, así me sentía, sobre todo porque no tenía ninguna idea en especial en cuanto al tratamiento fotográfico que quería dar este año; salvo que no me interesaba el consabido enfoque descriptivo de las ocurrencias de los gays, pretendidamente procaces y que por evidentes dejan de serlo. Sus pantomimas, de trazado grueso y poca sutileza, no suelen resultarme inspiradoras; pero claro, es su tarde y tienen el derecho a hacer lo que les dé la gana, faltaría más. En esa fácil y tontorrona trampa he caído durante años anteriores; un planteamiento tan simplista como: -yo, gay con ganas de juerga y provocación me arreglo de modo estrambótico y tú, tonto del culo con cámara, me fotografías y sientes que has hecho algo tremendamente original, aunque en realidad solo has sido un entregado subalterno, un bobo útil de mi actuación-. Pues qué bien, ¡¡¡que inmensa ridiculez!!!…
EL ÚLTIMO HOMBRE DE NUEVA YORK: a este hombre, para mi el último de Nueva York, le observé atentamente emboscado entre otras gentes. Era un día como otro cualquiera si no fuera porque estaba en esa magnífica ciudad y a punto de marcharme (me gustaría volver), y porque oficializaba un hito más en el alejamiento incesante (ese día cumplí un año más). Este hombre también avanza vertiginosamente por el camino del alejamiento. No tengo ni idea de cómo lo vive él. Sólo sé que me llamó poderosamente la atención y no quise evitar fotografiarle: fue mi último hombre de Nueva York y mi última fotografía en esa majestuosa ciudad; después guardé la cámara y desee ardientemente volver a desenfundarla otra vez allí, porque la fotografía está por todos lados, es tan fácil como levantar la cámara, mirar y cogerla.