Las ciudades y el agua. El agua y las ciudades. Maravillosa confluencia poética…
Al «fotógrafo» le resulta imposible mostrar las sucesivas series siguiendo un cierto orden temático. Se trata de un tipo con procesos mentales tremendamente enmarañados, y eso ya no hay quien lo arregle. Ni siquiera lo intenta. Según me ha dicho, pretende empezar este mes (y año) con algunas series pertenecientes al capítulo de CIUDADES. Comenzará por la serie emblemática: -Las espléndidas ciudades-. El propósito inicial era elegir una sola fotografía por ciudad visitada. Así de sencillo. Ahora tiene un problema que no es otro que, manteniendo el criterio de limitar el número de fotografías por serie, le van a sobrar ciudades e, inevitablemente, fotografías. Me ha preguntado, cómo sería, a mi juicio, la fotografía simbólica de una ciudad, atendiendo a su carácter, su configuración, su historia, su contexto cultural, sus creencias predominantes y otras diversas características. Claro, le he contestado que no tengo ni idea, y que si le preocupa desvelar secretos o esencias difusas de las ciudades, tendría que trabajar durante largo tiempo en cada una de ellas. Ah, y además, invocar a la suerte y a la inspiración. Sinceramente, al «fotógrafo», no le considero capaz de esa descomunal empresa pero, como se trata de un tipo terco y algo desesperado, seguirá a lo suyo.
«El impresionismo es la aparición más natural del arte francés, es en cierto modo la conclusión del genio francés. Si las apariencias lo son todo, Francia tiene razón». E. Cioran (De la France, 1941)
Si hay algo que me incomoda, mucho, de las pequeñas o medianas ciudades, es la repetición hasta la pesadilla de las mismas caras. Todos envejeciendo sin descanso, devastadoramente, y además viéndonos. Aquí, al menos van en barca y se ven de lejos. Además no se puede cruzar la calle para saludar.