El hombre avanzaba seguro de sí mismo, como si tuviera motivos para estarlo a pesar de su ordinaria indumentaria…
…Inmediatamente antes de las casetas de libros, me paré en la Casa de Vacas (me gustan mucho las formas de esa casa). Allí había una exposición Pop sobre deportes de un individuo que se llama: Antonio de Felipe. La exposición resultó muy divertida y ocurrente. Me habría gustado mucho ser artista Pop ahora, aunque sea a destiempo (bueno, antes también), pero creo que estoy en las antípodas. Y lo creo porque sí sé (más o menos) lo que es el arte Pop, pero sin embargo, no sé muy bien dónde estoy yo, si es que estoy en algún sitio…
Post Scriptum II al relato de impresiones del viaje (diario de septiembre) a Polonia, en Agosto: cuando salgo de mi provincia (también en ella) procuro acercarme a lo que me encuentro, a lo que me rodea en cada momento, a lo que miro y a veces vislumbro, a lo que vivo, a lo que siento, a través de lenguajes que no entiendo bien, que no me son propios: fotografío, pero no soy fotógrafo; escribo, pero no soy escritor. De ambas cosas soy plenamente consciente y forman parte de mis inconmovibles certezas. Soy un impostor honesto, porque no engaño a nadie, ni siquiera a mí mismo. También hago viajes (cortos y modestos) pero no soy un viajero. Persigo la belleza, pero no soy un entendido, o un artista y tampoco un esteta. Me gustan las mujeres y los juegos amorosos, pero soy tímido y medroso, nada intrépido y tampoco divertido (no se puede seducir sin hacer reír). Empleo mucho tiempo de mi vida en leer, pero no soy lo que podría definirse como provechoso lector, y mucho menos un intelectual. En realidad no soy nada de nada, salvo un aplicado y obsesivo aficionado a todo lo inalcanzable que me gusta un poco. Y sobre todo, alguien que es consciente de que su vida se le va por los agujeros del inmenso tiempo perdido e intenta retocar un poco la foto final. En el ejercicio de ese –ser y no ser– al mismo tiempo, me aventuro en explorar imágenes y palabras, juntarlas y que todo revuelto tenga algo de sentido para mí y mi tiempo. «Una palabra nunca es lo contrario de un hecho, sino su posibilidad, su descripción o su recuerdo. Y una palabra tampoco es lo opuesto de una imagen, sino su complemento, su fábrica, su nombre». Andrés Neuman
El año se acaba hoy. ¿Qué ha pasado en este año? -al mundo no lo sé y si alguna noticia he tenido ya la he olvidado-. El mundo me importa poco (justamente en la misma proporción en la que yo le importo a él); siento una curiosa mezcla de desinterés, facilidad para olvidar e indiferencia social: no me siento responsable de nada, porque no soy nada. A mi nadie me debe pedir explicaciones porque yo no se las pido a nadie (cada uno a lo suyo). Sin embargo, sí me importa lo que les pase a los míos: lo he venido contando. Me conformo con que el año que viene nos vaya a todos igual que este; exceptuando la desgracia de Omar, el hijo de José Luís y Maricruz, mis amigos, y de Harumi, mi querida amiga, tan lejos de nosotros. No nos hacen falta las desgracias, maldita sea. Con lo demás, ya nos iremos arreglando. Espero que sea un año en el que no nos ocurra nada malo (tampoco, y especialmente, a los que seguís este diario), que disfrutemos de la belleza, nos elevemos un poquito por encima de nuestras cabezas y riamos un poco de vez en cuando. Ah, yo seguiré con esta manía de ir contando días, faltaría más; no tengo nada mejor que hacer.