Unos llegaron en moto y otros tenían serias dificultades para caminar…y todos miraban en alguna dirección…
EL LIBRO DEL TIEMPO.
Ensimismado. Introducción. Ensimismarse. Abstraerse. Concentrarse. Reconcentrarse. Quedarse alguien tan entregado a sus pensamientos que no se entera de lo que pasa alrededor. Diccionario de uso del español María Moliner.
Una sesión de copiado es para mí un ejercicio de «ensimismamiento» que dura en torno a siete horas y en la que únicamente permito la compañía de la música, más que nada por hábito, pues apenas si la presto atención, salvo en el día que voy a contar, en el que me ocupé de tomar nota de vez en cuando para que el diario tuviera banda sonora. Lugar: mi laboratorio; día: 9 de noviembre de 2005; hora: 8:00 a.m.. Preparo los reveladores, fijador y todo lo necesario. Para darme ánimo y aprovechar la máxima frescura de los químicos, de entre las fotografías que tengo previsto tratar en el día, siempre empiezo con la que más me interesa. Comienzo con esta. Material: papel Galery nº 3 de 50 * 60 cm. (20 * 24 in); reveladores Centabrom y Eukobrom, por este orden, paro, fijador, agua y deseo de ver y tocar la imagen en papel. Expongo durante 23 » y funciona a la primera, sin reservas (había realizado pruebas de exposición unos días antes). Hago 5 copias (el máximo que me permito por fotografía) porque me gusta mucho y porque nunca volveré sobre ella. Todo ha respondido a la intuición que tuve en el momento de disparar: sentí un golpe de corazón, una aceleración de la presión sanguínea y, en ese preciso instante previsualicé la copia terminada. Afortunadamente esta es la copia la que vi en ese momento. No siempre ocurre.
…Pues sí, ¡qué risa, qué risa me doy! Mi deseo habría sido ser un auténtico y puro «flâneur» y eso tiene una gracia infinita, sencillamente porque el término y su sentido lo encontré anteayer aunque es un invento del siglo XIX. Claro, así no me ha sido posible cumplir mi misión en el mundo; no he sido capaz en tantos años de descubrir cuál era mi destino perfecto. Me faltaba la palabra, quizá solo eso, porque ellas son tan poderosas que pueden cambiar el sentido de una vida. Creo que, en mi caso, ha existido una notoria falta de educación, o si se prefiere de cultura elemental (y de lucidez, o tal vez tan solo de inteligencia básica), que hace que solo atisbe mi naturaleza y sentido a la altura de mi perplejo sexagenario (La edad confirma que la vida iba en serio. Jaime Gil de Biedma). Así no hay modo. Ya es tarde y encima no puedo achacarlo a nadie para neutralizar el desasosiego y frustración que me provocan mis lagunas, mis vacíos, mis zonas erróneas. Solo alcanzo a entender que la ignorancia, siempre, es culpa de uno mismo y de nadie más…
Dificultades para caminar II. Con la fotografía de ayer compone el díptico del que hablaba. Está realizada unos minutos después y como se puede ver se trata de un joven con una seria minusvalía que pedía dinero a los turistas. No me movieron los tópicos motivos de los que se sirven de la fotografía para poner en evidencia lo que ya lo es inequívocamente, sino porque el chico, sus muletas, la postura, la línea del horizonte, la luz, Lisboa, mi cámara, la película que la habitaba y mi estado de ánimo formaban un todo que hacían que ésta sucediera inevitablemente. Así resulta para mi la fotografía, en la mayoría de las ocasiones: un encuentro ineludible.
Miro a mi lado y siento tranquilidad (hace diecisiete años predominaba el desasosiego). Miro frente a mi y veo el mismo paisaje y la misma luz, también personas que hubiera fotografiado entonces. Miro hacía dentro y siento un escéptico cansancio, he rebasado cualquier ecuador lógico y el camino por delante es más corto, ligeramente empinado porque la cima de la colina está ya muy cercana. A partir de aquí, la marcha será más fatigosa. Como metáfora el título de esta fotografía y la de mañana (que además es secreto, y que sólo compartiré con los espectadores/lectores de este diario, porque cuando titulé así el díptico me lo censuraron por incorrecto o desconsiderado; sin embargo, yo creo en su inocencia porque mi intención era sencillamente descriptiva): dificultades para caminar I.
HOMBRE QUE DESCANSA SOLO EN CONEY ISLAND. Ha caminado a lo largo del paseo que discurre paralelo a la línea de playa, con las atracciones antiguas a la derecha, hasta sentarse en el banco frente al mar. Su marcha solitaria, sobre el suelo de listones de madera en forma de espiga, ha durado quince minutos a lo largo de casi un kilómetro. Su cuerpo pesado le obliga a descansar con frecuencia. Está tranquilo y mira distraídamente hacia lo lejos. En este momento no piensa en nada. A pesar de que Thomas Stearn Eliot, escribió: «El terrible momento / de no tener nada en que pensar» este hombre no parece sentir esa angustia y yo tampoco, al menos en esos instantes.
Al día siguiente, dimos una vuelta por la orilla helada del Lago; misma reacción de las cámaras. Estábamos tan contrariados! Sobre todo Naty: su cámara se negó rotundamente a fotografiar en esas condiciones, debía estar aterida. La mía, sin embargo, me permitió hacer algunas tomas; aunque dislocadamente. Menudo plan. Discutimos acaloradamente; no había forma de armonizar su forzada pasividad con mi frenética necesidad de fotografiar. A veces pasa. Esta pareja, sin embargo, deambulaba feliz por la orilla en un sentido y otro, pisaban la nieve, fotografiaban y parecían contentos. Daba la impresión de que eran personajes de una historia de Paul Auster y acaban de salir de ella para darse una vuelta por Chicago.