"Es fácil ser profundo: basta dejarse invadir por las propias taras". Emile Cioran
…Vuelvo a lo mío: ¿qué haré este año, qué haré a partir de ahora? Noto que crece en mí el deseo de ir hacia la nada, el vacío, el final de todo, a la desintegración de ideas o propósitos con «sentido». Este sólo puede estar en el sinsentido. Deseo que mis fotografías sean absolutamente inescrutables y, en primer lugar y sobre todo, para mí. El año pasado fui demasiado explícito en todo lo que hice. Eran considerablemente más interesantes las fotografías de mi primer año de actividad fotográfica, y de eso hace treinta y cinco. Quiero volver al principio, sería una bonita y lógica, o en el mejor de los casos, lúcida forma de ir acabando: situándome más allá del deseo, desprejuiciado y libre como un niño…
Edmond Jabés: «Todo libro es libro de la memoria»… «vivir, es escribir la vida de uno»… sólo podemos vivir en la resonancia del acontecimiento. No podríamos vivir en un instante petrificado: estaríamos muertos».
La fotografía mineralizó el instante y a su autor con él; por eso, para liberarnos, no queda otro remedio que hacer algo con ella después (a mí me da por escribir). Lo escrito añade una lectura más que complementar lo ya hecho (no sirve la bobadita de hacer la misma fotografía años después: es una simpleza). Qué pasaría si escribiera sobre ella pasado un tiempo, y así varias veces? Tendría una visión poliédrica que me ayudaría a revivir cada vez que me enfrentara a la imagen y así alargar mi agonía? o por el contrario, me ocurriría como al maestro Frenhofer, (La obra maestra desconocida, Balzac) cuya obra, como resultado de la obsesión, se convierte en una mancha indescifrable?
…y hoy, como no podía ser de otra forma: SURREALISTA. Lo cierto es que, desde que murió André Bretón, que era el aduanero de las cosas surrealistas, creo que nadie está en condiciones de determinar lo que es surrealista y lo que no (él tampoco, pero no lo sabía). Los entendidos pueden opinar, y el resto del mundo también, y hasta yo puedo hacerlo, aunque me disguste porque, a fin de cuentas querría ser como él (Breton): «Sin ninguna afectación, puedo decir que la menor de mis preocupaciones es encontrarme consecuente conmigo mismo». No sé si esta fotografía es surrealista o sólo ocurrente. Entre el surrealismo y el ocurrencismo (neologismo que me acabo de inventar) no hay fronteras; sólo las que pondría Breton, pero ya se ha muerto, así que, no sé, no sé…
Siempre he querido hacerme una fotografía metido en un charco pero nunca encontraba el momento. Era una imagen recurrente que me asaltaba siempre que me encontraba con uno; debe ser una metáfora que me alude muy directamente. La ocasión llegó este verano en Nuevo México pero, como me sentía feliz, la fotografía no tiene la proyección en la que siempre he pensado. No, no es esta la fotografía que siempre he visualizado; todo es limpio y luminoso. Tendré que seguir buscando otro charco y otro momento.