“Atardece/se aquieta el viento/y todo se recoge, espera”. Hugo Múgica
DIGRESIÓN DOS. Mud, 2012 (EE.UU). Guión y dirección Jeff Nichols. Intérpretes: Matthew McConaughey, Tye Sheridan, Jacob Lofland, Reese Witherspoon, San Shepard. Espléndida película de aventuras. Dos adolescentes encuentran a un fugitivo llamado Mud que ha matado a un hombre para proteger a su novia. A partir de ahí, en el entorno de una isla del Mississippi, donde se esconde Mud, tiene lugar una emocionante historia en la que se conjugan un amor imposible y una épica aventura solidaria hasta el límite de lo posible. Toda la película está atravesada por la incertidumbre a caballo de una acción trepidante. También se pone en juego la lealtad que traspasa el tiempo hasta hacerla perdurable más allá de lo imaginable. Magníficas interpretaciones que entremezclan la fragilidad de los perdedores con la dureza de los héroes de acero. Fantástica y sencilla película donde florece la épica cinematográfica de siempre.
Primera y penúltima tarde de mi vida en San Francisco.
Habíamos llegado a media mañana y enseguida nos dispusimos a caminar por la ciudad, ávidamente. Mediodía: zona turística del puerto y poco más. Primera hora de la tarde: caminábamos con la imagen del penal de Alcatraz a la derecha. No podía apartar la vista y películas sobre ese lugar acudían a mi memoria: la inmensa interpretación de Burt Lancaster en El hombre de Alcatraz y la de Clint Eastwood en La fuga de Alcatraz; los personajes míticos que pasaron por allí y los no menos legendarios intentos de fuga. La luz se balanceaba sobre la bahía entre la niebla y la claridad. Todo iba bien y me sentía feliz, cargado con mis cámaras y mi asombro. «Es curioso, pero se cuenta que todo el mundo que desaparece es visto en San Francisco. Debe ser una ciudad encantadora, y posee todas el atractivo del siguiente mundo.» Oscar Wilde
Miércoles: trece de Agosto. Nueva Orleáns. Recorrido por el Sur durante toda la mañana sin encontrar ninguna localización que nos interesara. Pequeña parada en la Barataria Preserve y lluvia, mucha lluvia. Vuelta y comida horrible en un bar de la calle Decatour. Por la tarde a Manderville: nada de nada. Lo más importante del corto viaje: llegar a través de un puente de treinta kilómetros, sobre el lago Ponchartrain. Tarde tormentosa y luz prodigiosa sobre el lago. Por la noche, cena y copas, bastantes, por distintos locales.