Parecen tan interesantes los galeristas…¿Lo son? No lo sé, no conozco a ninguno…
Al día siguiente seguí escribiendo y el galimatías era cada vez mayor: «sólo el fotógrafo, detrás de la puerta secreta de su «cuarto oscuro, era capaz de dar a la luz sus creaciones en soledad » ¡que bella metáfora para describir el hecho creativo! Ahora, sin embargo, cualquiera con un móvil es un fotógrafo, y todo el mundo tiene móvil. Claro que, también todo el mundo puede acceder a un cuaderno y a un lápiz y no por eso son escritores; o sí, porque, también para esos menesteres están los móviles.
Como mi humor mejoraba con el paseo por el bosque artístico, sentía ganas crecientes de fotografiar. Una de las razones de mi bienestar, sobre todo comparado con otras ediciones, es que antes pensaba que yo podía tener obras allí, era algo que deseaba aunque no hiciera nada para ello (me suele suceder: deseo cosas sin verdadera ambición, luego la frustración es segura). Ahora, este año, ese deseo ha desaparecido por completo, me da exactamente igual estar allí o no; ya sólo me dedico a disfrutar con lo que está a mi alcance. No sé si estoy escalando alguna cima de sabiduría o simplemente me he entregado a un conformismo entontecedor. El señor sentado parecía tan tranquilo como yo.
…Lo curioso es que minutos después me la encontré al frente de una galería (estaba sentada en los lugares que suelen ocupar los galeristas), y detrás de ella la única obra que exponía en su stand de paredes revestidas de tela roja: una especie de montoncito de arena puntiagudo en el centro. Nada más. Entonces entendí lo de no mirar a nadie. Estos galeristas, al menos, están orlados por bellas decoraciones florales. Seguro que si hubiéramos coincidido en el expendedor de comida basura se habrían fijado en mí (o no)…
el año pasado ya hice lo mismo que esta tarde, pero creo que me salió mejor. A medida que pasaba el tiempo, aceleraba el paso, quería aprehender todo, ávidamente (fotográficamente, claro). Estaba encantado ¡cómo me gusta el mercado del arte! me dije, y ya apenas me fijaba en las obras colgadas o arrinconadas, el que estuvieran allí dependía de criterios que yo no entendía (ni falta que me hacía). Asomaba la cabeza a los espacios o galerías, evaluaba la distribución de las obras, la iluminación, si había gente o no, si los galeristas, sentados con aire entre displicente y aburrido, se dejarían fotografiar o no y si la impresión era negativa, salía pitando a la siguiente.
…Sigo. Bueno, el caso es que, ya que había ido hasta allí, fotografié, y ahora, en este diario, además de mis impresiones sobre mis ídolos, los galeristas, que más que vendedores me parecen genuinos representantes del Body art, intentaré, para no perder del todo el tiempo en ocurrencias, reflexionar superficialmente sobre Arte. Vaya por delante que no tengo ni idea de lo que es o no es Arte. Sólo llego a entender el concepto de creación, y por una sencilla razón objetiva, a saber: –la existencia de algo susceptible de ser percibido por cualquiera de los sentidos y que resulta nuevo o completamente desconocido porque antes no existía, de lo que se podría colegir que ha sido creado de la nada (más o menos) por alguien. Naturalmente siempre me estoy refiriendo a obras realizadas por el hombre-. Lo de Dios es otra cosa, y creo que se llama naturaleza o evolución de las especies o de cualquier otra forma fácilmente entendible…y, detrás de ellos, siempre las obras de arte, vacías, porque ellas son las que quizá nunca estuvieron allí…