Pasión por los rincones, perfectas metáforas sobre el destino…
LO QUE VI UNA MAÑANA CUALQUIERA III (fotográficamente, claro, en tan solo dos horas). Sí, son fáciles porque ya están desde hace décadas en el subconsciente del «arte fotográfico» (ahora se hacen otras cosas) y porque, aun siendo en esencia «ready-made», no son tan pringosos, no hay que cargar con ellos y llevarlos pesadamente de un lado para otro. Su asepsia la define el que solo hay que pulsar un disparador mecánico (ahora electrónico o digital o lo que sea) y ya está. Además los olvidas enseguida, por intranscendentes. Leves, azarosos, inocuos, baratos pero también sugerentes y hasta poéticos y, en el colmo de la plenitud, hasta bellamente misteriosos. Los míos, por ejemplo, son todo eso, aunque solo lo sean para mí. La fotografía, a fin de cuentas, solo es un ejercicio íntimo de terapia ocupacional porque no inventa nada: el «tema», siempre, ya está inventado. «No sabe porque se siente impelido a tomar esas fotografías. Comprende que es una empresa vana, que a nadie puede serle de utilidad…pero lo único que él quiere son fotografías: no las cosas sino sus imágenes.» Paul Auster. Continuaré mañana con el asunto de las fotografías fáciles y viejas ya…
LO QUE VI UNA MAÑANA CUALQUIERA V (fotográficamente, claro, en tan solo dos horas).»El proceso de tomar fotografías, o en todo caso una parte mayor de este proceso es algo intuitivo. No se puede salir a planear lógicamente una fotografía, pero cuando se vuelve la razón toma las riendas y verifica o rechaza lo que se haya hecho. Por eso digo que la razón y la intuición no están en conflicto, sino que se refuerzan entre sí.» Wynn Bullock. Vale, está bien lo que dice Bullock. Las fotografías de estos días, todas, responden a esa premisa, pero ¿y qué? No sé, no llego a entenderlo del todo. Obviamente hay otras, en su origen, pensadas de antemano (como la de mañana) pero que, sin embargo, en el cuentecito de estos días está realizada en un impulso que se podría definir como intuitivo, pero ¿y qué? No sé, no llego a entenderlo del todo. Todo me parece muy gracioso. Y geométrico. Y prescindible. E incluso bello, por qué no? Al fin y al cabo es un juego en el que interviene un determinado sentido estético y la lógica dice que, si te empeñas mucho en una cosa y la repites y repites, y la repites, en algún momento aciertas, aunque no seas consciente, como es el caso. Continuaré mañana con el asunto de las fotografías fáciles y viejas ya…
Sé que el olvido se encargará
de mis páginas. Mas otras
que he leído le bastan
a mi vida.
José María Álvarez
OTRA VEZ DE FERIA IV: y, por si fueran pocas las razones de mi entregada afición a ver el arte en venta, de pronto caigo en la cuenta que una cierta manera de percibir y concebir mis propias imágenes tiene mucho que ver con lo que hacen ellos, los feriantes. Que sí, que yo estoy en lo mismo. Vislumbro y encuadro retazos de espacios o realidades que conceptualmente se parecen mucho a sus cosas. Quizá les plagio sin darme cuenta, o no, y tal vez solo sea el insoslayable signo de los tiempos. A ver si va resultar que soy un artista contemporáneo y no me he enterado. Tendría gracia. Pero no, me parece, porque solo utilizo los mecanismos de la reproductibilidad, y además lo hago inadvertidamente, como sin querer. Solo soy un voyeur intranscendente porque carezco de propósito y discurso; no así ellos, que teorías tienen a raudales (otra vez Duchamp). Y voluntad de ocupar el espacio. La fotografía de hoy, por ejemplo, realizada azarosa e inconscientemente, creo que se parece a lo que hacen los artistas actuales, pero casualmente, porque su génesis obedece solo al caprichoso juego de -pasaba por aquí y llevaba la cámara-. En ella no existen atisbos ni voluntad de crear nada, de ocupar el espacio intencionalmente y dotar de sentido a ese hecho. Y nada de juego especulativo con el tiempo. Fotografío y olvido. Ese es el único y último sentido de mis cosas: el sinsentido. Pero, curiosamente, puesto a pensar, se me ocurre que se parece mucho al conceptualismo de los artistas contemporáneos, sencillamente, porque no hay referencias temporales que tengan que ver con la historia del arte, y tampoco con el oficio en el sentido artesanal. Solo es la aprehensión espontánea de la forma, sin más. Pero eso sí, con la diferencia aséptica e higiénica en mi caso, de que los elementos materiales que contienen mis fotografías, como por ejemplo la de hoy, no hay que llevarlos a ninguna galería ni feria y de paso ponerlo todo perdido. Podría decirse que es igual de conceptual, pero más manejable, inodora e insípida. Y silenciosa. Y barata, sobre todo barata (quizá por eso no pueda estar en el mercado)…
