“solo cuando estemos en lo real absoluto el arte no será ya más necesario». Piet Mondrian
UNA VIEJA HISTORIA (tanto como yo mismo)
-PRÓLOGO-
En los años mil novecientos sesenta y seis y sesenta y siete fui a un colegio llamado Sadel, en mi ciudad. A nada. Teóricamente «estudié» tercer y cuarto curso de bachillerato elemental (entonces se llamaba así). Ciertamente debía serlo a juzgar por la cantidad de deficientes que lo superaron sin dificultad. En cuanto a mi nivel, debía ser mucho peor, porque no conseguí pasar de ahí. Por si fuera poca mi vergüenza, implícitamente, el pago de la mensualidad (el colegio había que pagarlo), daba derecho al aprobado final, aunque nadie lo dijera. Como mis padres pagaron escrupulosamente, aprobé los dos cursos sin saber absolutamente nada de las materias que me impartieron. Luego, al final de cuarto, había que pasar una reválida oficial y ajena al indulgente e interesado colegio y claro, sucedió lo inevitable, suspensos sin paliativos (supongo que entregué las hojas de examen en blanco, ya no me acuerdo bien)…
…El Fotógrafo, al menos, se siente bien rodeado de deterioro y olvido. Oh, pero como detesta frases y palabras grandes y previsibles: «destrucción, olvido, polvo, dialéctica, realidad, tiempo, memoria, infinito, pérdida, y más y más y más…» En estos últimos días, El Fotógrafo ha manejado todas esas palabras impúdicamente, se ha dedicado a construir mensajes pretenciosos como si fuera un artistilla cualquiera, y además lo seguirá haciendo mientras siga regodeándose con su cámara entre paredes muertas. Pobre idiota…
Viajar es, sobre todo, ejercitar la mirada y si es posible, retener lo visto o quizá lo entrevisto fotográficamente, si uno se siente concernido por esa actitud/actividad. En una entrevista reciente García Alix (le cito porque es un fotógrafo que me interesa mucho) decía: «He educado los ojos, la mirada. Ahora es mucho más reflexiva, más consciente, a veces más abstracta, menos ingenua, mucho más intencionada». A mí me gustaría que me hubiera pasado lo mismo que a él. Ser un tipo con la mirada, o más bien la visión, educada y con percepciones complejas y personalísimas. También intencionada, cómo no. Desgraciadamente no puedo afirmar categóricamente lo mismo. Sí sé que la reflexión no es uno de mis puntos fuertes y, consecuentemente, tampoco la consciencia. Sin embargo, esta fotografía, que me gusta mucho, creo que es consecuencia de la educación de la mirada; quizá de un automatismo incontenible (poco reflexiva), algo abstracta, escasamente ingenua y desde luego, muy intencionada. Pregunta: ¿llegaré a ser algún día tan interesante como Alberto García Alix?
…La red, y especialmente Wikipedia, permite que cualquiera pueda parecer culto y serlo tanto como un bote oxidado. Es mi caso. Por cierto, si tuviera que realizar una semblanza propia para Wikipedia, no tendría ni idea de qué poner. Se podría afirmar que si no estás en ese medio de divulgación no eres gran cosa en el mundo. Me he levantado del escritorio: un conjunto compuesto por una Chaise Lounge Le Corbusier, una mesa baja diseñada para que encaje sobre la silla, exactamente sobre mi tripa y bajo vientre, y un pequeño ordenador encima. Todo ello situado (los objetos y yo), en el centro exacto del espacio donde consumo mis últimos momentos, también llamado, irónicamente: –estudio-. La razón es que es la zona de mi cuerpo que más vibraciones placenteras y creativas emite, el punto «G» de mi inspiración, si es que poseo tal cosa. No se me da bien escribir en otra postura que no sea tumbado. A lo que iba, me he levantado y, de pie, he perdido el hilo, las vibraciones voluptuosas y la inspiración. Es lo que tiene la posición vertical, el equilibrio pasa de las tripas a la cabeza y esta es muy peligrosa: puede provocar displacer, bloqueo y bipolaridad. Sin embargo, y a pesar de las amenazas, me lo tomo «filosóficamente» y me regalaré con una fotografía tan PRESCINCIBLE como este diario…