Uno de estos hombres, hace muchos años, fue como un hermano. Ahora nada. Así es el tiempo arrasador…
Sobre la vida, su representación y la supuesta realidad:
Relámpagos de lucidez, de Javier Recas.
1. «La vida, esa combinación de química y estupor». Emile Cioran
2. «En realidad no podemos conocer otra cosa en el mundo que lo que somos y los cambios que nos ocurren». Georg Chistoph Lichtenberg
3. «Cuando un solo perro ladra a una sombra, diez mil perros hacen de ella una realidad». Emile Cioran
4. «El saber en lo que tiene de profundo no cambia nunca: sólo su decorado varía». Emile Cioran
5. «Un hombre debería tragarse un sapo cada mañana para tener la certeza de que el día no le deparará nada más repugnante». Nicolas de Chamfort
6. «Realismo: el arte de representar la naturaleza como la ven los sapos». Ambrose Bierce
7. «Cuando el hombre hunde su mirada en la vida, otro tanto la hunde en el sufrimiento». Friedrich Nietzsche
8. «Incierto es, en verdad, lo porvenir. ¿quién sabe lo que va a pasar? Pero incierto es también lo pretérito, ¿quién sabe lo que ha pasado? Antonio Machado
9. «El mundo pierde mucho por las leyes del decoro». Mark Twain
10. «Loco: que sufre de un alto grado de independencia intelectual». Ambrose Bierce
11. «La mentira más habitual es aquella por la que uno se miente a sí mismo». Friedrich Nietzsche
12. «Todo hombre lo promete todo, pero todo hombre vive para conocer la fragilidad de su destello y la falta de genialidad de la vida. La autenticidad de una existencia consiste en su propia ruina». Emile Cioran
…Tengo un recuerdo muy especial de cuando, todavía jóvenes, nos acompañábamos desde el trabajo al barrio, a mediodía. En esas caminatas hablábamos de todo: política, diversión, trabajo, amores, arte, sueños e ilusiones. En fin, creo que en aquel tiempo, establecimos un entramado tupido en el que nuestra amistad se hizo prácticamente indestructible: se forjó con cariño y a lo largo de mucho tiempo. Como era un poco mayor que tú, inconscientemente adoptaba el papel de conductor ideológico, un rasgo de carácter por mi parte que he reproducido a lo largo del tiempo en otras ocasiones y que ahora detesto, por vanidoso e ignorante. No obstante, tú pusiste distancia con mi absurda pretensión de señalar caminos que ya no es que no conociera, sino que ni siquiera vislumbraba realmente. Maldita ignorancia…
«La peor derrota en todo es olvidar, y es sobre todo lo que te lleva a la tumba». Céline
El veintiocho de Octubre, conté en este diario que hacía veinte días que había recibido una llamada inesperada, de un amigo artista que hacía más de veinte años que no sabía de él. Acordamos vernos en breve y, tan solo unos días después, a media mañana, le hice una visita. Desde las seis de la mañana del día señalado, nada más levantarme, me sentí nervioso e inquieto por ese momento en que depositaríamos nuestras miradas en nuestros cuerpos inexorablemente avejentados. Cómo nos sentiríamos, cómo lo haríamos, qué nos diríamos, qué ocurriría en ese hasta hace nada improbable reencuentro. Me intranquilizaba la obra del tiempo, ese canalla, en ellos, Manolo y Tete, y en mí. Es preocupante cuando uno se enfrenta a sí mismo a través de la mirada de testigos del pasado que, misteriosa e inesperadamente, regresan y observan lo que ha sucedido. Pensaba: -nos miraremos atentos y cariñosos, dispuestos a perdonarnos tanto desapego y silencio y nos reiremos secretamente, y también nos alegraremos infinitamente de reencontrarnos-. Sí, eso pensaba y eso era muy bueno para mí; me reconfortaba y hacía que sintiera que aún todo era posible. Pensaba: -si aún son posibles momentos como el que viviría, todavía sigo y seguimos vivos, luego es posible rescatar del olvido lo que se quedó en la grisura desvaída del abandono-. Sí, todas esas fantasiosas quimeras revoloteaban por mi excitada expectativa. Pensaba: –me gustaría mucho fotografiar a Manolo, también a su mujer, Tete (Donatella Carla Asinari Di San Marzano) pero quizá no sea oportuno; exploraré esa posibilidad y si veo algún modo natural de hacerlo lo intentaré-. Aunque también sabía que no lo haría. Pensaba: -me llevaré el equipo, pero no lo sacaré del coche, sería una interesada descortesía, una grosería más bien-. Pero claro, tampoco sabía si sería posible otro encuentro, aunque si no era factible, tampoco lo eran las fotografías, razonaba sensatamente. Pensaba: –sí, pero si les fotografió, al menos, podremos seguir acordándonos también de este momento y no solo del de antes-. Como dice el título de la novela leída últimamente: Así empieza lo malo, de Javier Marías, porque lo peor ya ha pasado… Sí, eso, para nosotros, para mis amigos y para mí, lo peor ya lo hemos superado y ahora estamos en Lo Malo…
Sobre dioses y sus aciagas consecuencias:
Relámpagos de lucidez, de Javier Recas.
1. «Religión: Hija del Temor y la Esperanza, que vive de explicar a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible». Ambrose Bierce
2. «Con el concepto de «orden moral del mundo», continúan infectando la inocencia del devenir por medio del «castigo» y la «culpa». El cristianismo es una metafísica del verdugo». Friedrich Nietzsche
3. «En el mundo, los santos han logrado más en escultura que vivos». Georg Chistoph Lichtenberg
4. «Santo: pecador difunto, corregido y revisado». Ambrose Bierce
5. «Para vivir solo, hay que ser un animal o un dios, dice Aristóteles. Falta el tercer caso: hay que ser ambas cosas: un filósofo». Friedrich Nietzsche
6. «Sólo creemos en Dios para evitar el torturador monólogo de la soledad. ¿A quién, si no, dirigirse? Al parecer, El acepta de buena gana el diálogo y no nos guarda rencor por haberle escogido como pretexto teatral de nuestros abatimientos». Emile Cioran
7. «El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, más aún como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente». Friedrich Nietzsche
8. «Un Dios amenaza siempre el horizonte. Mientras quede un solo Dios de pie, la tarea del hombre no habrá terminado». Emile Cioran
9. «Si Dios hubiera creado este mundo, yo no querría ser el: la miseria del mundo me rompería el corazón». Arthur Schopenhauer
10. «Temo que nos vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática». Friedrich Nietzsche
11. «Nuestro mundo llegará a ser tan refinado que creer en Dios resultará tan ridículo como hoy en día creer en fantasmas». Georg Chistoph Lichtenberg
12. «Muertos están todos los dioses: ahora queremos que viva el superhombre». Friedrich Nietzsche
OTRA VEZ DE FERIA II: ahora me viene a la memoria una obra de Arte Contemporáneo que presentó un chico muy, muy vanguardista y muy inteligente, al menos a mí me lo parecía, a principios de los ochenta en una exposición colectiva en la que participé, y que consistía en un churro alojado en un orificio de una piedra y ahora me pregunto qué fue del churro, grasiento y flácido ya en el momento de ser expuesto (era un churro auténtico y no recuerdo si lo renovaba diariamente). El churro estará irremediablemente perdido, aquel, porque siempre se puede comprar uno ahora (el diseño de los churros no ha cambiado, creo) y la piedra permanecerá inmutable, pero seguramente ha acabado en un rodadero, y del concepto ya no tengo ni idea de cuál era, pero seguro que tener, tenía. Los conceptos, oh los conceptos! ¿Permanecerán o no? Los de Duchamp sí, para eso fue el inventor de todo esto pero, y los de los demás? No sé, depende de lo que cuesten las obras, como las de Damien Hirst o Jeff Koons, por ejemplo. Si yo pudiera comprar alguna obra de esos pájaros me la tendrían que vender con concepto, sí o sí (a ser posible grabado en oro, que sería lo único que perduraría, porque tanto el concepto como el tiburón terminaran podridos enseguida, seguro). En Arte Contemporáneo no importan tanto los objetos sobre los que se fragua la obra, sino su mera concepción y el fogonazo conceptual que la alumbra, que indudablemente y sin remedio, tendrá que ser Obra Singular y Genial. El arte, ahora, es una creencia envuelta en dinero; y me parece estupendamente, porque algo tenía que ser. Yo, en algún momento de los ochenta, también jugaba a ser moderno, aunque a contemporáneo no llegaba, más bien lo intentaba con la fase anterior, la de las vanguardias o «ismos», pero con escaso éxito. Me faltaba talento; conceptual, claro. En una de las fotografías que presenté en aquella colectiva (la del churro) mostraba un incomprensible y automático juego entre una máquina de coser y el nervioso movimiento de unas manos (nunca supe si tenía algún significado, ni falta que hacía, claro), y, como en el caso de la fritanga, tampoco sé dónde estará la copia, lo más probable es que esté inmisericordemente perdida. Creo que me estoy diluyendo en digresiones insustanciales. Seguiré mañana con el tema a ver si me sale mejor…