Las alegres poses en claroscuro…
Este retrato me gusta mucho. Es de un hombre al que aprecio sinceramente. No sé situar o catalogar la relación que tenemos. No sería propio hablar de amistad porque esas relaciones se construyen en el primer tercio de la vida. Las posteriores se llaman de otra forma, pero no sé cómo. Estas, las tardías, a veces pueden ser gratificantes y rentables para ambas partes. Pero no se llaman amistad. Creo. No sé cómo se llaman. Además, tienen una indudable ventaja: cuando pesan un poco, se puede prescindir de ellas sin ningún problema; no como las antiguas, tan pesadas y difíciles de olvidar. En marzo de este año le propuse fotografiarle y no dudó en complacerme. Se mostró entregado y honrado de que le retratara. Aparte del hecho fotográfico, ahora, cuando nos encontramos, nos damos un sentido abrazo y nos contamos algunas bobadas sin importancia. Con este hombre, A., comparto copas y risas festivas algunos sábados muy de noche. Lo pasamos bien. Por unos pocos años no compartimos edad (él es más joven), sin embargo, sí franqueza y empatía entre nosotros. Ambos somos de extracción social humilde y no presumimos de nada. Nuestro nivel cultural es discreto (lo justo para no parecer muy lerdos), y eso nos facilita una sintonía sin disonancias. Cuando nos hablamos nos reconocemos y respetamos. A. es noble y generoso; percibo que puedo confiar en él. A. es un excelente fabulador en clave de humor, lo que nos proporciona risas a todos. Aprecio mucho a A. porque siento su consideración y porque ambos compartimos una percepción tremendamente íntima y esencial: la fugacidad del paso del tiempo, de nuestro tiempo. Nos sentimos envejecer en cada instante que pasa y, ambos, después de mirarnos perplejos e incrédulos, corremos y corremos para llegar a alguna parte antes que todo se acabe. El problema es que no sabemos hacia dónde.
…Claro, por supuesto que no aspiro a «la verdad» sobre el fotografiado; yo no tengo ni la más remota idea de cuál puede ser esa inaprensible esencia (ni siquiera sé dónde radica la mía, quizá tantas como personas que me conozcan un poco); sólo aspiro a conseguir la imagen más fiel y bella del fotografiado y del momento que hemos compartido, y eso sí, mediante imágenes desnudas: sólo el retratado. Los añadidos escenográficos sólo pueden entorpecer y confundir. El único añadido al cuerpo limpio es la ropa que haya elegido el fotografiado, aunque no siempre (si es posible y significativo quitarla, mejor), porque el cuerpo desnudo, estéticamente, puede decir mucho más que el arropado…
Fotografiado: Manu
Cinco de Julio, sábado, diez y media de la mañana: nos encaminamos animadamente a Madrid. Primero, la exposición de El Greco y la pintura moderna, en el Museo del Prado. Magnífica, con un formato original y altamente ilustrativo: una obra de El Greco y algunas de las contemporáneas a las que ha inspirado. La visión de San Juan, por ejemplo, y su inconfundible ascendiente sobre Las señoritas de Aviñón, de Picasso. También inspiró a muchos retratistas posteriores, de todas las épocas. Sus retratos, directos y próximos al sujeto en encuadres austeros e intimistas, sin retóricas e innecesarias escenografías, permiten el acercamiento preciso y penetrante a la personalidad del retratado. Con esta exposición sentí la íntima satisfacción de ver confirmada mi insistente teoría en este diario, en junio, sobre la modernidad de El Greco, sin haber tenido mayor aproximación teórica antes porque no había leído nada al respecto; porque yo, por supuesto y lamentablemente, estudios no tengo…
HABITACIÓN DE RETRATAR XII. Siento afecto por este chico. Se llama P., y es de carácter y estilo estruendoso y divertido. Detrás de su aspecto de hombre duro se esconde un carácter cordial y cercano. No es frecuente encontrarse con personas que reúnan la dureza y la proximidad afectuosa. La sesión fotográfica se compuso de dos partes: una, vestido de boxeador (él lo es) de la que aún no hay noticias en este sitio, y dos, este retrato y alguna otra toma digna de consideración. Todo fue estupendamente. El único problema es que con él, me faltó algo de inspiración. Me temo…