Aproximaciones vertiginosas al paso del tiempo…
MISCELÁNEA I.- Mi forma de trabajar; o no, y no es trabajar si nos atenemos a la idea de laborar, es decir, producir. La RAE establece dieciocho acepciones del término trabajar. A mí no me cuadra ninguna de forma perfecta, aunque quizá la primera sea la que pueda aplicarme sin incomodidad: «Ocuparse en cualquier actividad física o intelectual». Así, sin más. Pero claro, esta definición parece llevar implícita una compensación de algún tipo, un trueque, un intercambio, y no, no es mi caso. Los esfuerzos, es decir, el trabajo y la supuesta compensación, comienzan y terminan en mí mismo: cuando me levanto por la mañana decido a lo que me voy a dedicar, lo hago y cuando termino también suele hacerlo el día y ya está. No facturo a nadie mi trabajo, solo termino y hasta el día siguiente. No hay intercambio. Esa situación aboca, inevitablemente, a la acción asistemática, caprichosa, impredecible. Por ejemplo, el lunes dos de febrero comenzó como casi todos: sin tarea ni propósito preestablecido. A partir de ahí, frente a la pantalla del ordenador, comencé a vagar perezosamente y me encontré con una entrevista a Cristino de Vera, pintor, del que sabía poco. Busqué cosas suyas y así me enteré de la naturaleza algo mística de su obra que tantos ecos me sugirió, aunque desde perspectivas muy diferentes a la mía. Asombrosamente, a pesar de su avanzada edad, mostraba un entusiasmo y una fe en lo sagrado y en la insondable naturaleza de lo humano y su proyección en el mundo de las artes plásticas dignas del mayor encomio. Sin dejar de maravillarme por su entusiasmo y su afán transcendente, sentí una cierta reticencia porque pensaba que su edad era más bien propicia para la distante y desfallecida indiferencia. De todas formas me gustaron mucho sus obras que pude ver en pantalla y a pesar de mi incredulidad y descreimiento, de algún modo, me pareció que el mundo plástico de Cristino y el mío, tenían algo que ver. Misterios…
MISCELÁNEA II:…El caso es que Cristino, con una imagen física misteriosa, interesante, mística (me encantaría retratarle), en la entrevista dice cosas como: «El plan divino es la parte íntima de tu corazón». Cristino es de la opinión de que lo único que puede salvarnos es la búsqueda de lo transcendente a través de la estética y de la observación poética del hecho de vivir y de la percepción del misterio de la vida y la muerte. Bendito Cristino, eso le dará qué hacer hasta el final. Le observé con una cierta envidia porque también dice cosas tan sensatas y certeras como: «He aprendido de Zurbarán. Y he aprendido que a las artes hay que quitarles el ramalazo de bobería, de estupidez, de yo y de ego. Todo es complejo y eso nos abre la puerta del misterio total»…
…En la tercera, última etapa prevista de ese día, solo permanecí una hora, hasta las cuatro y media. Lo que deseaba hacer allí era saldar una cuenta que tenía con una habitación en la que por tres veces había intentado realizar una composición en tríptico y todas me habían salido muy mal. A estas alturas, como dijo Burt Lancaster en una «peli» del oeste: –un hombre de mi carácter no puede dejar de hacer lo que dijo que haría-. Pues eso digo yo, que no sé si tengo carácter o no, pero al menos sí manías. Comprobé que había cambios en la cueva en relación a la última vez que estuve: alguien había hecho fuego en una de las chimeneas. Pero, por lo demás, nadie vino a ver qué hacía, trabajé tranquilo y me dije: –si hoy tampoco me salen las cosas aquí es que no me está permitido hacerlas-.
MISCELÁNEA III:…Continué mi aproximación a Cristino y di con una interesante conferencia de Amador Vega, en la que compartía mesa con el propio Cristino. Vega disertó sobre mística y artes plásticas, especialmente contemporáneas: arte abstracto y especialmente Rothko y las vanguardias previas a él. Vega era de la opinión que la abstracción era la búsqueda contemporánea de lo sustancial, del misterio y de algún modo de lo divino, religioso o no. Sería la misma búsqueda de siempre pero alejándose de lo meramente figurativo. En realidad, y esto es idea propia, aunque lo divino ha encontrado en las religiones los soportes intelectuales para vehicular la idea de lo transcendente, las religiones, llevadas al terreno de lo concreto y una vez despojadas del misterio del arte, son intelectual e irremediablemente triviales, pura anécdota o narración idealizada que no va más allá del mito literario. ¡¡¡Qué simplista fragilidad intelectual comportan las dichosas observancias litúrgicas!!! Le preguntan a Cristino: ¿Cómo le sirve la mística para interpretar la realidad? «El tiempo es de una tremenda fugacidad. Por eso he vivido un poco apartado. Si el tiempo está hecho para buscar a Dios, para saber que la vida es fugaz, hay que buscar lo esencial. Esta no es una carrera de caballos para ver quién llega primero».Cristino de Vera. En la conferencia de la que vengo hablando, después de la excelente exposición de Vega, Cristino cerró el acto con diez minutos de mensaje emotivo sobre el sentido del silencio y la búsqueda de lo transcendente que, según él, solo puede radicar en la vivencia del misterio de la vida y que, en su caso, le llevó a ser artista, como no podía ser de otro modo. Esa búsqueda puede suponer el encuentro con Dios, un Dios que, según quiero entender, está más allá o más acá del fenómeno religioso (meramente artificial y prescindible) y que se puede percibir a través de la experiencia plástica. Por último, en la entrevista del periódico, le preguntan: Usted es como un personaje de Beckett (curiosamente se parecen físicamente). «Sí, claro, total. Busco a Dios: el hombre puede no saber que lleva esa chispa dentro. Hay hombres que han llegado a su culmen, como Hitler o Stalin, llevándose por delante un reguero de sufrimiento; pero hay gente tranquila y buena. Hay algo de absurdo, de inexplicable, en todo. Como en Beckett».
MISCELÁNEA y IV:…Sigo con mis formas inconvenientes, o no trabajosas, o tal vez caprichosas y ociosas: el puro y desganado azar. El caso es que el lunes día dos, después de un fin de semana algo aciago, o lo que es peor anodino y frustrante, me senté en mi cheslóng de escribir y después de Cristino de Vera, reparé en un artículo de Vicente Verdú (me gusta mucho este articulista y escritor) titulado: El artista desnudo. El artículo comienza con una afirmación potente: «Nunca se experimenta mayor conmoción ante un cuadro que cuando impone su poder».Curiosamente, el planteamiento de Cristino y el de Verdú en este artículo eran tremendamente parecidos; ambos hablaban de lo mismo y eso me llevó a preguntarme si era pura casualidad o es que yo también siempre estoy en lo mismo. Que no solo busco la confirmación de mis sospechas en los demás sino que a estas alturas, encima, las encuentro fácilmente a golpe de click en el intervalo de solo una hora. ¡¡¡Qué previsibles pueden ser las cosas!!! Vicente habla de la cristalización de la madurez y de cómo esta se pone de manifiesto en una determinada esencialidad consecuencia del mucho trabajo y del mucho tiempo de búsqueda (como Cristino). Habla del artista como un profundo oficiante de lo divino a través de la belleza, de la mística del arte. Dice Verdú: «Sólo más tarde, en la época de la avanzada madurez, lo que conlleva la elegante contigüidad de la muerte, es cuando se entiende que el bien y el mal son piezas de acero y la estética también. La estética es siempre muy difícil de resumir pero algo hay de mágico en su trabajo por imponerse de un golpe y sobre un único pálpito de la emoción. Esta cualidad, visible en la veteranía y difícil de detectar en la iniciación, explica la diferencia de trato que recibe de unos y otros artistas». El contenido y sentido es el mismo en Cristino que en Verdú. Pienso, o más bien siento lo mismo. Y toda esa conjunción se dio en una misma mañana. Solo me resulta curioso un aspecto en lo que se refiere a lo «mío» y es que yo mis más logradas imágenes las realicé en mis dos primeros años de actividad fotográfica. Luego, casi todo lo hecho se puede mandar a la mierda. Luego soy un proceso inverso que no demuestra nada, o quizá solo la existencia de la casualidad o más bien el profundo error que supone mi paso por la vida. Por último, algo más del artículo de Verdú: ¿Los aplausos? ¿Qué lenguaje vulgar es éste que se apoya en el expediente de la aclamación? Lo divino es el silencio. Lo importante es la nada. El final más atinado es igual al cenit de su imposible repetición». Luego estoy en lo cierto: trabajo, laboro, sin cobrar y sin aplausos. Me esfuerzo para lo importante y lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo ya: para la Nada.
TEMA SEIS: Espacio en blanco, una experiencia en directo. Programa de radio dirigido por Miguel Blanco, todo un veterano en torno al cual gira toda esta gente que se dedica a los asuntos del misterio y a una cierta heterodoxia. Miguel es un hombre de más de sesenta años, muy delgado, de voz profunda y modo de exponer y decir que exuda experiencia y distancia disfrazada de entusiasmo y fe. Carismático. Lo mejor: presenciar una hora de programa de radio en directo. Lo peor: la entrevista al primer ponente de la mañana (Amorós) y al primero de la tarde (Guijarro, el catalán), porque para nuestra mayor tortura: dijeron exactamente lo mismo que habían dicho en sus respectivas ponencias. Fatigoso y frustrante todo. Nos largamos a pesar de que todavía quedaba una hora más…