25 NOVIEMBRE 2014

«Una vida totalmente consciente, nadie podría sobrellevarla» Antonio Porchia
HISTORIAS DE UN HOMBRE SIN HISTORIA. Universo gasterópodo I:
Un día de mi vida, podría ser cualquiera porque todos son igual de banales y absurdos, deshabitados de historias dignas de perdurar en memoria alguna. Para señalar la trivialidad de uno cualquiera he elegido el catorce de octubre. Al menos fue activo: no paré en todo el día. Me levanté muy temprano, a las cinco y media. Preparé los desayunos como todas las mañanas y, a continuación, deambulé un rato por la casa, enredado en algunas tareas domésticas sin importancia. A las ocho y media hice un poquito de ejercicio (gimnasia o algo parecido, aunque a mi modo, que debe ser lo más alejado de esa severa y esforzada disciplina, neciamente saludable, según se dice), cansinamente, sin ganas y enojado por tener que cumplir con una tarea que me he impuesto y que nunca me apetece. Ya llevaba tres largas horas de pie, completamente vacías y eso que ya no me quedan tantas.  A las nueve salí a caminar por mi diario camino de –ir y volver-; unos pocos y lentos caracoles a lo suyo y gente apresurada, no mucha, con ropa de ir deprisa (yo, sin embargo, con la que mejor combinaba con mi desgana de hombre gris y vacío de historias). No vi a los caballos ni a los caballitos, ni a la burra ni la burrita. Sí a algunos patos y todo tipo de pájaros y pajarracos acuáticos que volaban asustados, con pequeños peces retorciéndose en sus voraces y depredadores picos, cuando me veían llegar despacio. Al ver los caracoles recordé que tenía pendiente fotografiarlos. Ágilmente (aunque mi cabeza no suele funcionar así), decidí dedicar el día a esos extraños moluscos reptantes, hedonistas y promiscuos hermafroditas, del inabarcable reino de Animalia. Dicho sea de paso, nada sé de caracoles, solo que me parecen muy metafóricos y hasta literarios (quizá por lo del hermafroditismo, promiscuidad y, sobre todo, por su hedonismo o más bien por lo de su serena e indiferente lentitud)…