22 MAYO 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Uyuni, (Bolivia)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2019-05-22
Referencia
9195

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo cuatro: Uyuni (Bolivia)
nueve de febrero, sábado
I

“A la manera de la armonía musical, las diferencias armonizadas producen complementariedades, completitudes, una especie de obra melodiosa. La suma de las dos entidades produce una tercera figura que decide el contenido, la forma y el desarrollo del viaje”.  Michel Onfray

Me desperté a las tres de la mañana. Supongo que el trastorno de sueño casi diario tenía que ver con el soroche y la excitación con la que vivía todos los días. Todo lo que nos iba sucediendo y las posibilidades me tenían sumamente exaltado. También me preocupaba que me faltara película ya que, en los días sucesivos, tendría muchísimas opciones de toma;  debía atemperar mi irrefrenable tendencia a pulsar y pulsar el disparador, sin sentido ni freno. Nos levantamos a las cuatro y media, desayunamos y,  a las siete de la mañana, viajamos al aeropuerto en taxi. A las ocho volamos a Uyuni en un avión cargado de turistas orientales (japoneses y coreanos). Llegamos a las nueve a un pequeño aeropuerto. Nos recogió Alberto, un muchacho aparentemente amable,  con un todo terreno Toyota. Llegamos a la destartalada población de Uyuni. Calles muy anchas, con un caserío de edificaciones como mucho de tres alturas. La calle principal, o al menos la que lo parecía, estaba repleta de coches grandes todo terreno que llevarían al par de centenas de turistas que nos movíamos por la calle hacía el Salar. Desayunamos (otra vez) y, una vez cargado el coche con todos lo necesario para pasar el día en el Salar, partimos en dirección al cementerio de trenes, primera parada…

COROLARIO: La luz era magnífica y más aún las expectativas. Uyuni nos causó una espléndida sensación. Era una pequeña ciudad acogedora en la que se sentía la exótica lejanía y la máxima proximidad. Allí, en ese apartado lugar, me sentía tan relajado como en cualquier entorno que pueda frecuentar cotidianamente, pero sabiendo que me encontraba al otro lado del mundo.

Pepe Fuentes ·