28 NOVIEMBRE 2020

DIARIO DE LA GANA Y LA DESGANA 7.
Lunes, veintitrés de noviembre de dos mil veinte.
Comencé a escribir estos testimonios desganados ayer a las nueve, y la desgana aumentó y aumentó durante toda la mañana. Me pregunté: Cuando uno sabe que ya lo tiene hecho todo, que ya no hará nada que merezca la pena (para sí mismo, claro), ¿qué razones verdaderas hay para seguir? No quería contestarme por miedo a la depresión súbita. Sin embargo, a mi pesar, puede que lo hiciera porque pasé el resto del día con una fuerte depresión como hacía mucho tiempo que no me ocurría (tuve hasta que acostarme con un lamentable desfallecimiento físico). Da igual lo que pueda hacer, no tendrá sentido para nadie y ni siquiera para mí. Podría morir hoy y quizá eso tuviera todo el sentido del mundo (lo haría el mismo día y mes que mi madre y la suya, mi abuela). Lo cierto y evidente en mi vida es que se me están quitando las ganas de cualquiera de las cosas que hago: de fotografiar, de escribir, de revelar, de leer, de ver películas (y comentarlas). Se me están quitando las ganas de todo. También de mantener este maldito diario… A lo mejor lo dejo el último día de este mes… ya veré…
PS. Anotación de hoy mismo: cumple años mi hijo Gabriel, cuarenta y cinco ya, allí, a lo lejos, en Chicago, nada menos. Todos estos años, en los que él ha crecido en todos los sentidos posibles, para mí han pasado sin darme cuenta, sin crecer en nada. Mi hijo ha mejorado exponencialmente nuestra pequeña saga familiar. Él y su familia están bien, luego todo está bien…