3 DICIEMBRE 2020

DIARIO DE ENVEJECIMIENTO VEINTITRES, del veintinueve de Noviembre de dos mil veinte (12:35 horas)
Más momentos decisivos (y no precisamente fotográficos, o un poco sí).
“Disfruto de la belleza de la existencia, de la vida, de las personas que cuentan cosas… El concepto de disfrutar, de la felicidad, incluso se amplía mucho con la edad: se reduce la ansiedad y se aumenta la paciencia. Surge una especie de aceptación y eso es bueno”. Álvaro Pombo
Me resulta paradójico estar de acuerdo con Pombo, pero lo estoy porque creo estar viviendo las mismas sensaciones de las que habla él, aunque me resista a aceptarlo. Ahora, en el invernal atardecer, me da la impresión de que sí, que todo lo siento con mayor intensidad cuando consigo vencer la desgana y el escepticismo que me provoca la eterna pregunta: ¿y para qué?, que procuro desatender, aunque no siempre lo consiga. De toda la cita del insigne autor, que leí hace muchos años, pero ya no, me quedo, sobre todo, con el sentido de la última frase, lo de la aceptación tranquila del decaimiento, aunque, en mi caso, melancólica. Sí, porque últimamente me ha dado por acordarme de lo que hacía, por ejemplo, los domingos por la tarde de mi adolescencia (hoy es domingo), o cualquier otra situación y día de aquel tiempo, y siento una inconsolable tristeza por lo perdido. Menos mal que ahora, a la vejez viruelas, la intensidad de mis orgasmos ha aumentado considerablemente y no sé por qué.
PS: la fotografía de hoy, una prueba inequívoca de mi fe en las posibilidades vitales de la vejez. Pertenece al álbum fotográfico privado de mi boda con Naty, hace ahora justamente dos años, y en la que ya, obviamente, era bastante viejo.