8 AGOSTO 2021

DIGRESIÓN SEIS. Shinboru (Symbol). Japón (2009). Guion: Hitoshi Matsumoto y Mitsuyoshi Takasu. Dirección: Hitoshi Matsumoto. Música: Yasuaki Shimizu. Intérpretes: Hitoshi Matsumoto, David Quintero, Lilian Tapia, Adriana Fricke, Carlos C. Torres, Ivana Wong.
A Matsumoto no le conocía de nada. Es un gran artista japonés. Su campo: cine, televisión, vídeo, guiones y muchas cosas más. Hasta catedrático es (Wikipedia).
Esta película, después de haber intentado ver la primera de la trilogía, sin conseguirlo ya que los superhéroes no nos cundieron, Big Man Japan, vimos la segunda y la celebramos con gusto. Un tipo en pijama (el propio Matsumoto) se encuentra, sin saber cómo, parece, en una habitación grande, blanca, de paredes lisas, salvo por unas protuberancias fálicas (de angelitos) muchas, que hay repartidas por las paredes. Cuando pulsa las colitas angelicales pasan cosas increíbles, siempre sorprendentes. El tipo (interpretado por el propio Matsumoto) intenta salir desesperadamente de la habitación utilizando los objetos que escupe la pared, pero no lo consigue a pesar de sus agónicos, ingenuos e hilarantes intentos. El planteamiento y realización es francamente originalísimo y fantástico, aunque agobiante. Visualmente impactante. Paralelamente, en un pueblo perdido en un desierto mexicano, un pobre combatiente de lucha libre hace el ridículo, como no puede ser de otro modo, ya que es un luchador siendo un genuino perdedor ¡¡¡quién lo entiende!!! Aunque, gracias a unos alucinantes e inexplicables efectos secundarios provocados por lo que pasa en la habitación con el del pijama, gane el combate. Alucinante todo. Las imágenes mexicanas espléndidas, con una monja que maneja un viejo todoterreno en modo rallye desaforado. Al final: una traca visual con el confinado en la habitación blanca trascendiendo el universo mismo en una especie de transmutación sideral de gran efectismo y espectacularidad, sin sentido aparente, pero muy bonito. La tercera de la trilogía de Matsumoto (Scabbard Samurai), no sé si la veremos, lo mismo sí.
PS: lo intenté con esta tercera parte: las primeras imágenes eran bellísimas y sugerentes: un viejo samurai corre exhausto agarrando la funda de la katana vacía por un sendero, con su pequeña y bella hijita siguiéndolo terca y determinada. No sé qué pasaría después, no continué con la historia, me desentendí de ella.