COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS
NUEVE. Sobre el ir y venir
Nos pasamos la vida yendo y viniendo, como si nada y nada pasara. Pero sí pasa, ya lo creo. Lo que no sé es exactamente qué. Pero, a pesar del aparente absurdo del movimiento, no hay razones para preocuparse, porque si fuera importante y dañino, la naturaleza lo habría corregido. Menos mal que la tenemos a ella, ese fenómeno inexplicable que es la luz y sustento de nuestros días. No, no es Dios; no, no lo es, aunque los augures con sotana (todo tipo de sotanas) se empeñen en que sí, que es Dios y nadie más que él, el que manda en nuestras vidas. Es mentira. Es otra cosa. El día que averigüe exactamente qué, o los mecanismos que mueven a la naturaleza que nos gobierna, lo contaré en este diario. Será altamente improbable, me temo, o no. Quizá, se me ocurre, hoy que es domingo y voy despacio con mi vida, que lo que mueva verdaderamente nuestros afanes sea el instinto de supervivencia, tan primario y elemental como el de las hormigas. Ellas, como nosotros, nos pasamos la vida yendo y viniendo sin fin ni propósito verdadero, o al menos profundamente sabido y sentido.
“Gracias sean dadas a la bienaventurada Naturaleza porque hizo las cosas necesarias asequibles, y las inasequibles no necesarias”. Epicuro
La Fotografía: El hombre de la fotografía va y viene llevando a cuestas sus culpas, sin saber porque lo hace, a no ser porque el instinto le dice que es lo que tiene que hacer, sin más, como hacen las hormigas. Como dice la naturaleza, la de las hormigas y la de todos.