29 AGOSTO 2021

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
Charlie Brown
Soporte de imagen
DIGITAL (100)
Fecha de diario
2021-08-29
Referencia
9986

EL MAPA DE LOS DÍAS

76. SÁBADO (21 de agosto de 2021)
Antes de empezar a reescribir esta crónica, decir que el dichoso veintiuno de agosto fue un día nefasto. Tanto que lo ya escrito y corregido lo he perdido en el tráfago de cambios de documentos entre el más acá y más allá de los distintos soportes.
Estoy muy enfadado con todas las circunstancias que se dieron en ese aciago día.
Reescritura desganada:
Charlie y yo salimos a dar nuestro paseo diario temprano, aunque no tanto porque ya había amanecido (normalmente lo hacemos de noche).
Dejamos el flamante coche seminuevo aparcado debajo de un viaducto de mi barrio e iniciamos la caminata hasta el punto más alejado donde llegamos (3 Km).
Vuelta: a la altura de un viejo puente, cuando todavía nos quedaban algo más de dos kilómetros para llegar al punto de partida (al coche), se desencadenó un tiroteo fragoroso y ensordecedor al otro lado del río. Al parecer, se había abierto la veda para contento de los cazadores y desgracia de los animalitos, en este caso pájaros, y para mi flamante coche seminuevo, pero eso yo no lo sabía todavía.
Era un puñetero infierno, con pájaros cayendo muertos al río y la sensación de que en cualquier momento seríamos heridos por algún disparo perdido.
De pronto, Charlie desapareció. No tenía ni idea de dónde se habría metido. Continúe caminando porque pensé que en cualquier momento vendría junto a mí.
Y lo hizo, claro, pero al final del recorrido. Un paseante me dijo que lo había visto cerca de la carretera corriendo enloquecido, buscándome, claro. Cuando me vio lo celebró con alegría estruendosa e inusual.
La razón: el pánico que había sufrido con la salva de disparos que no cesaban y que se oían muy cerca.
Enseguida, me percaté del desastre: Charlie, en su desesperación, había intentado entrar en el coche a toda costa para protegerse y había arañado el coche por ambos lados y hasta en el portón trasero había dejado la huella de sus uñas impacientes. Mi flamante coche seminuevo había quedado hecho un asco, como si vinera de una estúpida guerra. Necesitaba pintura casi en su totalidad.
Culpa de Charlie no era, pobrecito mío, no tenía ni idea de que lo que hacía era un desastre para el coche. Yo tampoco creo que tuviera culpa, a no ser que estuviera obligado a preveer el salvajismo de los enloquecidos escopeteros.  Los cazadores, supongo que tampoco tenían la culpa, estaban a lo suyo amparados por la ley (supongo), y era imposible que pudieran preveer la consecuencia para mi coche de sus instintos depredadores, además, les habría dado exactamente igual.
No obstante, eso no quiere decir que yo entienda el placer orgiástico que puede provocarles matar pájaros y más pájaros que ni siquiera se comerán, porque hambre no creo que tengan. Y que los seres humanos actuales tengamos el componente genético cazador de nuestros antepasados, eso, cuanto menos, me parece una soberbia gilipollez.
El esplendor de mi coche seminuevo tan solo ha durado una semana… un puñetero contratiempo sin culpa para nadie, pero sí con  consecuencias, que me han tocado a mi solito.
La Fotografía: Charlie, soportando la charla que le di cuando llegamos a casa, sin regañarle, pero para que al menos supiera que la había liado y que no debe intentar entrar en el coche por las malas, simplemente porque nunca lo conseguirá (no sé si me entendió). Cuando le hablo seriamente, reconviniéndole, me escucha atentamente y hecha las orejas hacia atrás porque sabe que algo no va bien.

Pepe Fuentes ·